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En gran parte de los países del continente africano, desde Argelia pasando por Somalia, Senegal, Ghana, Nigeria, Tanzania o Sudáfrica, la población de confesión musulmana conmemora a partir de hoy el Ramadán, un mes de culto, devoción y alegría. Es bastante frecuente escuchar comentarios reduccionistas e ideas preconcebidas acerca de esta celebración, lo que deja al descubierto, más si cabe, la falta de conocimiento generalizada sobre la religión y la cultura musulmanas.
El Ramadán es el noveno mes del calendario musulmán (1) y uno de los cinco pilares fundamentales del Islam. Su comienzo depende del momento en que la luna alcanza la posición de cuarto creciente por novena vez en el año, por lo tanto no tiene fecha fija, es rotativo en el tiempo. Durante este mes, el ayuno, sawm en árabe, es obligatorio para todos los creyentes exceptuando a los niños, mujeres embarazadas, enfermos, ancianos y viajeros. Todos ellos, salvo los más pequeños, deben pagar una compensación económica a personas con menos recursos y, en otros casos, tienen que recuperar los días al final del Ramadán. El ayuno se practica desde el alba hasta la puesta del sol, momentos que coinciden con la oración del Magreb, salet el magreb. El sawm no se limita únicamente a la abstinencia de comer y beber, sino que se trata de una depuración espiritual según la cual se penaliza el mal comportamiento, las acciones perniciosas y las palabras injuriosas. El ayuno supone un acto de reflexión para mejorar la conducta social de cada uno, de manera que el individuo logre alcanzar una mayor autodisciplina y aprenda a ser más paciente.
El Ramadán en Túnez
Cada día del mes de Ramadán está marcado por dos momentos comunes a toda la comunidad musulmana, respetados incluso por los no practicantes: el iftar, la hora de romper el ayuno, y el suhur, la última comida antes del alba. Existe un amplio abanico de expresiones, rituales y costumbres culinarias en torno a esta celebración, que pueden variar según la región. Uno de los lugares con una mayor riqueza cultural en este sentido es la República de Túnez, donde la mayoría de la población practica con rigor los protocolos tradicionales de estas fechas. Sin embargo, en la capital del país no es extraño ver cierta circulación de personas por cafés y restaurantes a la hora del ayuno. Las ventanas y los escaparates se cubren con papel de periódico para que no sean advertidos desde el exterior quienes deciden no cumplir con esta costumbre. Esta cultura de tolerancia ha existido siempre en Túnez, pero en los últimos años se está viendo amenazada por las políticas de radicalización religiosa y por la presión de grupos islamistas.
Desde hace aproximadamente cinco años el Ramadán coincide con el verano y con las vacaciones escolares. Las altas temperaturas que se alcanzan en este pequeño Estado del sur del Mediterráneo, obliga a que se establezca un régimen de jornada intensiva para todos los trabajadores. Esta medida permite que haya una mayor oportunidad de disfrutar de la vida nocturna y de las actividades culturales programadas para la noche. Cuando llega el momento del iftar, la voz del muecín llamando a la oración o el estruendo de un cañón, el metfaad, señalan el instante de romper el ayuno. Lo recomendable según la tradición es abrir el apetito con agua, leche o algún alimento rico en azúcar antes de pasar a otros platos más contundentes. Llama la atención la variedad e incluso el exceso de comida que figura en las mesas de las familias tunecinas durante el Ramadán, en muchos casos se come y se bebe hasta la hora del crepúsculo.
Vida social y cultural
Una vez terminada la comida, los tunecinos encuentran diversas formas de expresar su satisfacción personal. Los más devotos se dirigen a las mezquitas para rezar durante varias horas el tarawih, oraciones religiosas. Hay quien prefiere salir a pasear o reunirse con amigos en los numerosos cafés que permanecen en funcionamiento toda la noche. Las mujeres, tras acabar con las tareas domésticas, suelen dirigirse a los hogares de vecinos o familiares para conversar o asistir a las telenovelas especialmente realizadas para estas fechas. Durante todo el año, los productores televisivos de los países de expresión árabe, en general de Egipto, preparan emisiones exclusivas sobre Ramadán que versan sobre cuestiones sociales, historia religiosa o personajes célebres del mundo árabe.
Los jóvenes aprovechan el período de mayor actividad cultural para asistir a la gran cantidad de festivales que se programan por todo el ancho de la geografía tunecina. Uno de los eventos más típicos de Ramadán es el Festival de la Medina, donde se dan cita diferentes propuestas artísticas tradicionales como cantos religiosos, música clásica árabe y algunas muestras de sonidos de otros países del Mediterráneo. De igual forma, se realizan veladas de música tradicional en algunos cafés de la medina y en los alrededores del centro de la ciudad. Coincidiendo con el verano, en la edición de 2013, acudirán al conocido Festival Internacional de Cartago celebridades de la música de todo el mundo como Cheb Khaled, Paco de Lucía, Salif Keita o Manu Dibango, así como músicos de los estilos locales predominantes en Ramadán: el hadhra y el malouf. A todo esto, se suman festivales de otras disciplinas artísticas que combinan expresiones muy heterogéneas como teatro, circo, danza o artes plásticas.
Y sobre todo, comida
La preparación de la ruptura del ayuno supone largas horas de trabajo en la cocina. Durante el día los mercados se convierten en el punto de encuentro principal de las amas de casa. Allí eligen los condimentos que les servirán para completar el copioso menú del iftar. El primer plato suele ser inamovible en prácticamente todos los hogares tunecinos: la shorba, una sopa caliente elaborada con tomate frito, cebolla, una pizca de hierbabuena y perejil y, dependiendo del gusto, se añadirá carne o pescado. Cuando el estómago ha ganado cierta consistencia, la especialidad que se antoja como la más apetecible considerando las altas temperaturas del verano es la salata meshuia, una ensalada ligera que funde los sabores asados del pimiento, la cebolla y el tomate natural. Para darle el toque final se colocan por encima porciones de atún, un riego de aceite de oliva y algunas aceitunas. Una vez finalizados los dos primeros entrantes, lo más habitual es intercalar pequeños descansos entre plato y plato para digerir mejor la comida después de tantas horas sin probar bocado.
El plato más popular de Túnez es sin ninguna duda el cuscús, cocinado de muy diversas formas: con verduras, con pescado, con carne, dulce o salado. Uno de los preferidos por los paladares locales se prepara con carne de cordero, garbanzos, tomate frito, patata, pimiento verde y zanahoria, sin olvidar acrecentar un toque de harisa, una salsa picante tradicional preparada con guindilla, ajo y sal. Después del cuscús, se suele servir una comida más leve, que podría ser el tayín o el brik. Hay que tener en cuenta que el tayín tunecino difiere en gran medida de la especialidad marroquí con el mismo nombre. Su aspecto es bastante similar a la tortilla de patata española y consiste en una mezcla horneada de huevo, perejil, queso rallado y pollo. Normalmente se sirve en porciones pequeñas y se degusta en dosis bastante comedidas. Por otro lado, el brik es una masa fina de harina que se pliega como si fuera un crep francés, se coloca dentro un huevo y pedazos de atún, se pasa por la sartén hasta que adquiere una textura totalmente crujiente y una vez servido se aliña con un poco de limón. Debe escurrirse bien en papel de cocina para que no quede demasiado aceitoso, en ocasiones puede resultar algo pesado después de una comida más fuerte.
La repostería tunecina destaca por su amplia variedad de pasteles. Uno de los más característicos de Ramadán es la zlabia, un dulce muy azucarado comprado generalmente en confiterías tradicionales. Otro de los más típicos es el delicioso makroud, confeccionado con sémola de trigo, dátiles y miel. Es importante señalar que beber té, café, agua o zumo hasta el amanecer es vital tras un largo día de sequía. Para cerrar este ciclo de comidas es recomendable cumplir el suhur, que consiste en despertarse antes de la salida del sol (aunque hay quien no pega ojo en toda la noche) y comer un cuscús dulce con leche, pasas y dátiles, que siempre debe ser acompañado de abundantes vasos de agua que permitan aguantar el intenso calor que arrastran los vientos del Sáhara.
Tras este relato quizá logren comprender mejor por qué el saludo más repetido por los tunecinos en Ramadán es sheia taiba, buen provecho. Todo parece gravitar alrededor de la comida. Muy al contrario de lo que se pueda pensar desde fuera.
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(1) El año en el calendario lunar es once o doce días más corto que el solar. Las fechas del calendario musulmán no coinciden todos los años con el calendario gregoriano de uso universal.
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* Lobna Dahech (Túnez) es técnico de cooperación especializada en el mundo árabe y en el norte de África. Actualmente trabaja en el Instituto de Estudios Políticos para América y África (IEPALA).
Odilia Abreu
Al leer el artículo tenemos una visión más amplia de lo que significa verdaderamente el Ramadán ya que no se reduce a la visión dominante del Ramdán como siendo exclusivamente de cariz religioso. Me ha encantado el enlace hacia la cultura y la gastronomía.
Melissa
Muchisimas gracias Lobna por este interesante articulo que nos aporta una nueva luz de conocimiento sobre un tema tan desconocido y a la vez misterioso para los no-musulmanes. Me ha gustado mucho y tengo que hacer un comentario que va mas allá de la religión…todos los platos se ven exquisitos 😀
Excelente articulo!
Alejandro de los Santos
Muchas gracias a ti, Melissa. Es necesario seguir trabajando para acabar con ciertos prejuicios, sobre todo cuando se trata de fiestas con un contenido cultural tan importante. Saludos.
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