Uno
Hijo un morabito, Oumar Ly desde muy joven se dedicó a la agricultura y durante la adolescencia a la venta de verduras a los militares franceses que se encontraban en la zona norte de Senegal. Con el dinero recaudado llegó a comprarse una cámara Kodak y con ella hizo sus primeros clichés, que mandaba revelar por correo postal a Saint-Louis, ya que no disponía de los recursos suficientes para realizar el proceso completo de revelado. Un tiempo después llegaría a ser la primera persona en abrir un estudio de fotografía en su ciudad natal, Podor, el llamado Thiofy Studio, que abrió sus puertas por primera vez en 1963. A pesar de que su negocio iba en parte destinado a la fotografía de carné, pues con la independencia de Senegal todos los ciudadanos tenían que ir documentados, Ly comenzó a inventar y a instalar decorados ingeniosos que son la mejor prueba de la originalidad y particularidad de su trabajo.
La llegada del color, del fotomatón y del formato digital en última instancia mermaron en gran medida el negocio de Oumar Ly y durante algunos períodos vivió a duras penas. No obstante, en el año 2009 exhibió por primera vez una exposición individual en Dakar que posteriormente pasaría por diferentes ciudades como Bamako, Lyon o Londres. Sus disparos no solo permitieron mantener viva la memoria familiar de su comunidad, sino ofrecer un límpido retrato de la vida de una época y de la prosperiad económica en la que se vivía en aquellos tiempos. Un testimonio, una idea de África que a día de hoy puede que nos resulte extraña pero que se manifiesta en las más de 5.000 fotografías que realizó Oumar Ly durante su carrera. Un patromonio de todos. Descanse en paz, maestro.