Autora: Falila Gbadamassi (Africiné)*
En su segundo largometraje, el director tunecino Mohamed Ben Attia se sumerge en la psique de un padre desconcertado por la elección de su hijo único de sumarse a las filas de la organización terrorista ISIS en Siria. Weldi (Mi hijo) fue presentada en la sección Quincena de los directores del Festival de Cannes. Entrevista a una de las figuras más prometedoras del cine tunecino.
Africiné Magazine: Tuvimos la misma sensación con Hedi, un viento de libertad, su anterior y primera película. Sus protagonistas son jóvenes que resisten al orden establecido, al camino ya marcado y que sus padres quieren que emprendan…
Mohamed Ben Attia: Hay numerosos puntos en común entre las dos películas, aunque el tema del segundo es más grave y más negro. Lo que puede unir Weldi y Hédi, es la juventud que se siente oprimida, por una suerte de itinerario de la felicidad completamente dirigido: el matrimonio, la familia… A priori cosas positivas y reconfortantes pero que paradójicamente pueden acabar siendo muy asfixiantes.
AM: Desde el momento en que Sami elige emprender un mal camino, que le lleva a las filas del ISIS en Siria. ¿Qué le vino a la cabeza cuando decidió abordar un asunto que ya ha sido tratado por otros muchos, a saber el desconcierto de los padres frente a los hijos que se convierten en terroristas?
MBA: Desde el inicio, sabía que no íbamos a caer en la pretensión de querer explicar esa elección, en la medida en que nos dimos cuenta de que todos esos jóvenes que se iban a Siria no tenían nada en común. Además, quería evocar un malestar que se siente en Túnez pero que debe ser desgraciadamente así en todos lados. Quería hablar de la miseria afectiva que carcome a quienes están solos o acompañados. Esa miseria podría tener cierta resonancia en cuanto a la problemática de la película. En resumen, el planteamiento inicial residía en no naufragar en las justificaciones sino en transmitir una emoción y relacionar todo eso con nuestras propias vidas. Puesto que tendemos a pensar que estamos muy lejos de todo eso pero a todo el mundo podría sucederle.
AM: El desasosiego de esos jóvenes, los héroes de sus dos películas, parece atraerle. ¿Por qué?
MBA: Es un tema del que hablé durante el rodaje de Hedicon Majd Mastroura (el actor principal de la película)… Me chocó, después de la revolución (tunecina de 2011), ver a tantos jóvenes desengañados. A veces me ponía de los nervios al verles y me decía que eran perezosos, que no se podían ser tan nihilista y odiar la vida, pues hay que buscar la manera de soñar con una alternativa. Me “peleo” todavía con esos jóvenes. Tanto que siete años después de la revolución, algunos siguen queriendo irse de Túnez. Hay por lo tanto un problema y esa problemática me apasiona.
AM: El apartamento de los padres del joven parece un nido del que Sami quiere liberarse a todo precio. ¿Cómo eligió ese escenario?
MBA: Desde que escribí el guion, quería rodar la película en un apartamento así, incrustado en el bosque (situado en Radès, en la periferia al sur de Túnez capital). Mientras escribía, a menudo me daba un paseo por los alrededores de la zona con mi hijo. Nos costó mucho encontrar esa localización, puesto que siempre es difícil pedirle a una familia que te preste su casa durante seis semanas. Finalmente encontramos un apartamento vacío. Tenía que ser sobrio, que nos permitiera destacar a los personajes y sobre todo que correspondiera al estilo de vida de esa familia. Y después, durante el rodaje, nos enteramos de que el propietario había perdido a sus dos hijos en Siria. Fue horrible para todo el equipo pues rodábamos en las habitaciones de los desaparecidos. Nos emocionó mucho.
AM: Generalmente, las madres suelen ser más agobiantes. Pero en Weldi es más bien el padre de Sami, Riadh, quien lo es…
MBA: Ambos son agobiantes pero cada uno a su manera (sonríe). El padre quiere demasiado a su hijo, lo quiere para él mismo. Riadh se define a través de su hijo. Hay una visión muy simplista por la cual el trabajo y la familia son la clave de todo. Cuando se jubila, tiene que encajar un primer golpe. Y cuando pierde a su hijo la situación se hace insoportable. Ese amor agobiante emana, en esta ocasión, de un padre. Elegí destacar la mirada del hombre. Mi próxima película irá por el mismo camino. Por el momento, ¡me interesan los hombres!
AM: Weldi es una reflexión muy interesante sobre la paternidad y sobre todo sobre la culpabilidad de los padres frente a los hijos que se suman a las filas del ISIS. ¿Cómo planteó la evolución del personaje del padre que atraviesa varias fases después de la desaparición de su hijo?
MBA: La escritura del guion fue bastante rápida. Ya lo tenía en la cabeza durante el rodaje de Hedi. Leí mucho sobre el asunto y vi varios vídeos. Todo ello me ayudó a saber lo que no quería hacer. Cuanto más desarrollaba el personaje del padre, más me daba cuenta de que me quedaría en el lado de quien sufre. Además, me doy cuenta de que me cuesta más hablar de esta película que de la anterior. Hay situaciones que no siempre son fáciles de describir con palabras. Por eso quizá me dedico a hacer películas (ríe).
AM: Los actores son formidables, especialmente, Mohamed Dhrif, que está impresionante en el papel del padre, Riadh, ¿cómo eligió a sus actores?
MBA: Todo se hizo de forma muy fácil y eso que siempre me ha dado mucho miedo el casting de actores. Fantaseamos, siempre tenemos una idea de esas personas y siempre me ha dado miedo que no coincida con el sentimiento de los actores que van a encarnar a los personajes. Tuve mucha suerte aunque les primeros intentos fueron trabajosos. Mohamed Dhrif se empeñó: hizo ensayos en casa que luego me envió. Sin embargo, en cuanto lo vi, supe que era él a quien necesitaba. Las dudas llegaron después y continuamos buscando su perfil. Lo más bonito y lo más importante de Mohamed Dhrif es su confianza y su disponibilidad. Es muy difícil trabajar con gente de cierta edad, ya que pueden ponerse a la defensiva. Mohamed Dhrif confió en mí. Fue una experiencia magnífica.
AM: ¿Cuál ha sido la principal dificultad en el rodaje de Weldi?
MBA: El rodaje fue físicamente agotador. Nuestro plan de trabajo era bastante apretado, tuvimos que gestionar muchos decorados… La película se rodó en invierno. La consecuencia: menos luz. Esto nos obligó a estar siempre listos a empezar a grabar sobre las 4:00 de la mañana.
AM: Su primera película fue condecorada en la Berlinale en 2016. Ahora ha sido seleccionado a la Quincena de los directores en la edición de 2018 de Cannes. Su talento ha sido reconocido desde su primera película de ficción. ¿Siente o ha sentido una cierta presión para hacer una nueva película después del éxito de Hedi?
MBA: Tuve la suerte de tener una idea para mi segunda película durante el rodaje deHedi. Y cuando tengo una idea, se convierte en una obsesión. Vivo con esa idea. Por ello, no hay lugar para las dudas. Me siento nervioso y angustiado en relación a la recepción de esta nueva película. Y como se proyecta en Cannes, es doblemente angustioso… Pero ya tengo una idea para la tercera película. Espero poder hacerla, puesto que será un poco más complicada que las dos anteriores. Lo que me apasiona es esa obsesión por querer contar historias y hacer películas…
AM: La revolución parece haber liberado a los artistas tunecinos. ¿Ha creado una cierta emulación en su país?
MBA: Por supuesto. Hoy en día comenzamos a estar un poco hastiados de esa revolución. Pero hay que reconocer que nos procuró una gran emoción. Ha trastornado nuestra percepción de las cosas. Y aunque haya tenido repercusiones negativas en la economía, en el turismo sobre todo, lo que queda realmente es que le ha dado un empujón a la gente. La palabra ha sido liberada y eso nos ha permitido contar historias y sobre todo hacerlo de forma diferente.
AM: ¿De dónde viene la diferencia? ¿Del hecho de que haya menos censura?
MBA: La censura era política. Lográbamos, con ciertas excepciones, tratar todo tipo de asuntos bajo el régimen de Ben Ali (el antiguo presidente, expulsado del poder por la revolución, NDLR). Utilizábamos muchos símbolos. La revolución nos ha liberado de todo eso. En primer lugar, hemos ganado en sinceridad. Eso se percibe tanto en las películas como en otras producciones artísticas. Para escribir historias y tener ganas de hacer cine, hay que estar bien con uno mismo, no sentirse oprimido, eventualmente por la censura o constreñido por los tabúes.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::*Falila Gbadamassi es periodista. Informa y quiere ser informada especialmente sobre África. De Hollywood a Bollywood via Hollywood: cinéfila pero sobre todo crítica. Es redactora en Africiné Magazine (Dakar) y otros medios de comunicación.
Este artículo ha sido publicado en afribuku con permiso de la autora. Clic aquí para leer el original francés publicado en Africiné.
Traducción del francés al español: Alejandro de los Santos.