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cultura africana contemporánea

Los mejores discos africanos de 2021

Nuestro repaso anual a los mejores LP´s de música africana supone un interesante ejercicio de retrospectiva. Realizar una visión a nuestras selecciones anuales anteriores nos confirma ya no sólo la línea editorial de este medio si no lo pasajero de algunas modas musicales. La vanguardia africana ha ido creciendo de manera tan apabullante esta última década que cada día resulta más complicado estar al día de todos los nuevos estilos y escenas que aparecen. Las limitaciones de producción supusieron durante todo el siglo XX una excesiva cortapisa para inmensidad creativa musical africana; la falta de medios obligaba a muchos artistas a grabar y distribuir su música en Occidente. Esta dependencia sin duda coaccionaba la producción musical tanto en cantidad como en calidad, cuya inventiva respondía a criterios en muchos casos ajenos los contextos y gustos musicales de los lugares de proveniencia de los propios artistas. A nuestras tiendas nos llegaban o discos de grabaciones de campo, de carácter cuasi etnográfico o producidos en Occidente a un precio mucho menor que el que pagaba un consumidor africano. En los propios países de África, el mercado de música grabada en condiciones precarias convivía con el pirateo sistemático de la música de sus artistas producida en el extranjero. El abaratamiento de costes de producción y de distribución han supuesto una verdadera revolución en la música del continente africano.

Las propuestas se multiplican, la efervescencia del continente es tan apabullante que, si bien hace unos años se editaban un puñado de álbumes por país, en pleno 2021 se hace casi imposible conocer todas las novedades editadas en un solo país. A este hecho hay que sumarle la creciente calidad de las producciones sonoras sin depender de la industria musical occidental. Cantidad y calidad. Y nosotros que lo celebramos.

Así pues, un año más, aquí presentamos nuestra selección de álbumes del año pasando por estilos como el amapiano, el maloja, la música bambara y songhai, afropop, el hip hop o el afrojazz

 

12. Nahawa Doumbia – Kanawa (Awesome Tapes From Africa)

Nahawa Doumbia es sin duda una de las grandes divas de Malí. Tras una fulgurante carrera internacional en los años 80 y 90, los años 2000 la devolvieron al circuito local. El sello Awesome Tapes from Africa da un paso adelante y produce “Kanawa”, el fantástico nuevo disco de Doumbia. Con un mensaje de prevención de la migración clandestina (“Kanawa” se traduce por “No te vayas”), este trabajo continua la tradición wassoulou con tintes bambara en la que brillan los kamale n´goni y djeli n´goni y, claro, la voz de Nahawa Doumbia. Su registro no llega a los trinos que solía hacer pero con la edad, Doumbia ha ganado en personalidad. Su voz carrasposa dota a su nuevo álbum de una pátina de polvo que encaja como un guante en su música. El Sahel en su garganta.


11. Mdou Moctar – Afrique Victime (Matador Records)

Es un hecho que en esta última década hemos llegado a niveles de saturación con la música tishoumaren, también conocida como rock tuareg. A la sombra de los seminales Tinariwen, aparecieron Tamikrest, Bombino o Les Filles d´Illighadad, y con ellos tropecientos grupos del mismo corte. Mdou Moctar fue uno de ellos. El nigerino no destacaba especialmente ni por su técnica, ni por sus canciones por lo que pasó a engordar la lista de segundones del género aún produciendo proyectos tan interesantes como la banda sonora de la película “Akounak Tedalat Taha Tazoughai”, basada en la propia vida de Moctar y homenaje al “Purple Rain” de Prince. ¿Qué ha pasado para que medio mundo se encapriche de “Afrique Victime? Primero la inteligencia de Moctar para elegir colaboraciones con artistas de culto como Will Oldham o Matt Sweeney y segundo, dar el salto a una discográfica independiente internacional del prestigio de Matador Records. Y es que, las canciones de “Afrique Victime”, son notables, pero el gran aliciente del álbum es que suena como un cañón. Una excelente producción que catapulta este último disco de Mahamadou Souleymane al olimpo de la música tuareg.


10. Kabza De Small, DJ Maphorisa & TRESOR – Rumble in the jungle (New Money Gang)

La rapidez con la que los nuevos estilos musicales aparecen es abrumadora. Al singeli tanzano o al asakaa ghanés, modas indiscutibles de este año, hay que sumarle una nueva ola sudafricana, el amapiano. Este estilo, nacido en 2012, parte del house y del lounge para acercase al soul y al jazz a través de la electrónica. La enorme popularidad que ha ganado este estilo en este último año se ha debido en gran medida a dos de los protagonistas de este “Rumble in the Jungle”. Kabza de Small y Dj Maphorisa son sin duda dos de los artistas más destacados del género, en 2019 y 2020 ya habían colaborado en otros tres excelentes largos. En esta ocasión se suma a la ecuación el congolés TRESOR, que tras su mayúsculo éxito en 2015, añade un fantástico aspecto melódico al dúo de DJ´s y productores. “Rumble in the Jungle” está condenado a ser uno de los grandes éxitos del año, simplemente porque lo tiene todo para serlo, grandes canciones, un sonido propio y una excelente producción.


9. Varios Artistas – Music for the Eagles (Nyege Nyege Tapes)

Nyege Nyege Tapes es sin duda uno de los sellos más trascendente de estos últimos veinte años. Sus propuestas rupturistas y vanguardistas nos asombran cada día, y esta nueva recopilación de los sonidos más contemporáneos de África Oriental es muestra de ello. El singeli, grime, gqom, punk, neosoul o pop contemporáneo están representados desde su vertiente más atrevida y futurista, planteando sonidos en ocasiones difíciles de asimilar pero siempre sugestivos. A los ya reconocidos Phelimuncasi u Otim Alpha, encontramos propuestas tan interesantes como las de KABAUSHÉ, Flo o Ecko Bazz. “Music for the Eagles” es un verdadero termómetro de la escena underground africana oriental: música alternativa, de verdad.


8. M.anifest – Madina to the universe (Singitdamnit Music Ltd)

Los inicios en la música de M.anfiest hace más de diez años fueron discretos artísticamente hablando. Hip hop estadounidense de manual ejecutado con maestría, pero sin salirse de las normas básicas del estilo. Y aunque no publicó álbumes mediocres, su propuesta no aportaba demasiado al estilo. “Madina to the Universe” sin embargo sí nos presenta un sonido propio. Aderezado con las obligadas colaboraciones de estrellas como Adekunle Gold o M3nsa, el disco de su lugar de procedencia, Madina en Accra, suena como una banda sonora, la de su barrio. La clásica pero percutiva producción ayuda al flow del ghanés a fluir de manera natural sin perder fuerza en ningún momento, aupando el concepto sonoro del disco hacia una escucha muy estimulante. Los toques y arreglos pop en las melodías también contribuyen a facilitar el recorrido de este trabajo, que lejos de caer en la comercialización, amplia horizontes y espacios musicales muy necesitados en el hip hop ghanés.


7. Balimaya Project – Wolo So (Jazz re:freshed)

Si en algún momento quisiéramos montar una orquesta de música tradicional de África Occidental, en la que cada miembro tenga una profunda formación tanto en su tradición como en el jazz, sería difícil encontrar una mejor que Balimaya Project. Formado por 15 miembros de diferentes nacionalidades y basada en Londres, este proyecto nos plantea una revisión de la música tradicional, ejecutada por djembé, balafón, kalangú, kora o dounoun pero también trombones, trompeta y teclados. Su primer álbum “Wolo So” es un verdadero torbellino basado en estructuras tradicionales y jazzísticas (¿no era el jazz originario de África?) al que es imposible sentirse indiferente.


6. Ashs the Best – Dibèer  (Nautylusprod)

Ashs the Best, la nueva sensación de la escena de Dakar, ha irrumpido en la escena senegalesa sin ritmos acelerados ni grandes aspavientos. Tras dos álbumes un tanto dispersos, la propuesta neo-soul de Ashs the Best cristaliza en “Dibèer”, disco que le ha valido una nominación al premio RFI Decouvert. Con una base de ritmos sincopados que huyen de las bombásticas modas actuales, una producción minimalista pero repleta de detalles y el amplio rango vocal y flow 8del senegalés, “Dibèer” propone una escucha calmada pero enigmática. Cada canción construye una narrativa en sí misma, “Pottu Ndaa”, “Yaay Joor” o “Gandaay” son buenos ejemplos de ello. “Dibèer” está producido desde el buen gusto y la delicadeza. Un gran paso adelante ya no sólo para Ashs the Best, si no para la música senegalesa.


5. Boubacar Badian Diabate – Mande Guitar African Guitar Series Volume 1 – (Lion Songs Records)

La guitarra mandinga ha quedado ensombrecida durante las últimas décadas por el empuje songhai e incluso el tuareg. Además, la presencia y potencia de la instrumentación tradicional (djeli n´goni, kora, balafón) en la cultura mandinga y la fuerza social de los griots empujan a los guitarristas a un plano más discreto. Aun contando con las figuras de Habib Koité, Samba Diabaté y Lobi Traoré, la guitarra mandinga necesitaba un nuevo faro, y puede que Boubacar “Badian” Diabaté se erija como tal. El virtuosismo, la amplitud de miras y la construcción de nuevos caminos sin perder nunca la tradición de la que proviene. “Mande Guitar African Guitar Series Volume 1” funciona como mapa para ir al futuro retrocediendo al pasado, como disco de estilo y como álbum de canciones. El futuro de la guitarra mandinga está en sus manos.


4. Wau Wau Collectif – Yaral Sa Doom (Sahel Sounds)

Inclasificable es un adjetivo demasiado manido, pero si existe es para describir este tipo de trabajos artísticos. Grabado en un inicio de manera colectiva en un pequeño pueblo costero de Senegal con los músicos locales y rematado vía Whatsapp por un productor sueco, Jonas Winqvis, junto a un ingeniero de sonido senegalés, Aruna Kane, “Yaral Sa Doom” (“educar a los jóvenes en wolof”), supone una nueva voltereta del sello Sahel Sounds. Canciones juguetonas y saltarinas aderezadas con una producción etérea que nos hablan acerca de los temas sociales que preocupan a la población senegalesa. Un disco que es un sueño. No hay más que comprobarlo pinchando “Mouhamodou Lo and His Children”. Buen viaje.


3. Christine Salem – Mersi (Blue Fanal)

Antiguo miembro de la seminal banda reunionesa Salem Tradition, Christine Salem comienza su andadura en solitario en 2010, continuando su investigación y desarrollo del maloya. Tras tres álbumes en estudio, contando con colaboraciones como el grupo Moriarty o Sébastien Martel, Salem da una vuelta de tuerca a su estilo y nos presenta “Mersi”. Partiendo de su inimitable voz de contralto, Salem añade magníficos arreglos y ritmos para construir una excelsa colección de canciones, en la que cada una brilla de manera individual. La sobresaliente calidad de cada pista nos facilita un viaje a sonoridades índicas bañadas de soul, jazz y rock sin perder su personalidad propia en ningún momento.


2. Urban Village – Udondolo (No Format!)

¿Qué significan las raíces para un ciudadano de un ghetto? Bajo esa premisa el combo sudafricano Urban Village, nos plantean una cuestión no sólo musical pero identitaria. Procedentes de Soweto, el grupo construye su imaginario a partir de la idea cuasi romántica de la vida en los entornos rurales. Cantado en inglés y zulú y cocinado en su estudio casero, “Udondolo” es un potaje con lo mejor de la música sudafricana de las últimas décadas: kwaito, jazz, amapiano, pop, maskandi o swing, cocidos a fuego lento, sin prisas mezclando todos sus sabores. Una delicia de disco, en las que las ideas fluyen con suavidad, dejando espacio para respirar, pero trazando nuevos caminos en cada una de sus canciones. Además “Udondolo” parece estar bañado por una luz clara, amable y alegre, dejando la agresión de los beats modernos a un lado. Cortes como las iniciales “Izivunguvungu”, “Dindi” y “Ubaba”, la simpatía de “Marabi” o “Empty K-Set” o la delicadeza de “Ubusuku” y “Umhlaba Wonke” conforman un disco sin apenas altibajos.


1. Anansy Cissé – Anoura (Riverboat)

El debut de Anansy Cissé «Mali Overdrive » nos deslumbró en 2014. Tras un silencio de 7 años, el virtuoso guitarrista songhai nos sorprende con la edición de “Anoura”, multiplicando los aciertos de su debut y añadiendo una pátina atmosférica de melancolía a sus canciones. Los años turbulentos que vive Malí actualmente han influenciado notablemente a un disco que nos transmite recogimiento, rabia y meditación interna. Una obra compleja, con grandísimas canciones, infinidad de detalles y capas que le otorgan un sonido muy personal basado en unas guitarras mayúsculas.

Podéis disfrutar de una crítica más detallada aquí.

 

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