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cultura africana contemporánea

La mirada universal de Emeka Okereke

Al este de Nigeria y en el seno de una familia de la etnia ibo  nació en 1980 el fotógrafo Emeka Okereke. El entorno conservador en el que creció entró rápidamente en conflicto con la visión de un joven que no compartía muchos de los aspectos considerados indiscutibles por sus mayores.

Esos dos enfoques contrapuestos fueron los que le despertaron la necesidad de abordar y expresar de forma personal cuestiones relacionadas con su cotidianidad o inquietudes propias que podrían remover las consciencias de otros ciudadanos. Después de probar suerte en varias modalidades artísticas como la pintura o la literatura, Emeka Okereke descubrió que las luces y las sombras de su propia sensibilidad podían ajustarse a través del objetivo de una cámara fotográfica.

La Bienal de Fotografía de Bamako, uno de los eventos más importantes de África de esta disciplina, celebró en el año 2001 la cuarta edición del festival con un monográfico sobre lo más destacado de la fotografía nigeriana, que reunió a jóvenes creadores y a artistas reconocidos internacionalmente como Akinbode Akinbiyi. Tal vez lo más fructífero de esta ocasión no fue el encuentro en sí, sino el surgimiento de Depth of field, un colectivo artístico que fomentaría el trabajo en conjunto, la formación de jóvenes, el intercambio de experiencias y la promoción de la fotografía nigeriana en el marco cultural global. Emeka fue miembro destacado de este movimiento y dos años después, tras un intenso proceso de autoaprendizaje, se proclamó vencedor del premio al Mejor fotógrafo joven en la Bienal de Fotografía de Bamako. Su obra se expuso en ciudades con un gran dinamismo cultural como Nueva York, Londres, Berlín, Ciudad del Cabo, Johannesburgo, Bruselas o París. Será precisamente en esta última ciudad donde disfrute de una beca que le permitiría estudiar un máster en el área de las bellas artes e igualmente le permitiría conocer la difícil condición del inmigrante africano en Europa.

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La fotografía de Emeka Okereke se encuentra a caballo entre lo conceptual y lo documental. Es en la combinación del blanco y del negro donde su trabajo alcanza una mayor expresividad. La importancia que otorga tanto al fondo como a la figura revela la relación indivisible del ser humano con un contexto concreto, con unas circunstancias puntuales, predominando los primeros planos y los planos generales, siempre desde una perspectiva lineal y directa. En todos sus trabajos plasma escenas de la sociedad en su concepción más humana o situaciones del día a día que por algún motivo, social o estético, se convierten en foco de su interés. La risa, el sueño, el amor, el beso o la espera forman parte de las inquietudes de este fotógrafo, habitualmente tratadas bajo un prisma universal, puesto que Emeka recorre carreteras y aeropuertos de todo el mundo con su cámara en mano dispuesto a captar instantes particulares. Aunque tiene una especial predilección por África y por la relación de la diáspora africana con el resto del mundo, su discurso es especialmente incisivo en las consecuencias irreversibles de siglos de colonización que han repercutido negativamente en el caos que se ha producido en África en los ámbitos de la política, de la economía o de la cultura. El nigeriano se posiciona de forma crítica con la configuración de la vida cultural en las capitales africanas, que han dado continuidad a los patrones de las ciudades creadas por europeos, con teatros, galerías de arte y festivales que quedan fuera del alcance de la mayoría. En un continente en el que gran parte de la población es iletrada, considera fundamental enfrentarse a un público que necesita conocer nuevas visiones sobre la sociedad y no dirigirse por sistema a una elite sobrexpuesta a estímulos intelectuales. Al igual que sostenía el francés Jean Paul Sartre, el fotógrafo afirma que la finalidad del arte en África debe reposar sobre un compromiso firme con la ciudadanía y debe servir como motor de cambio de todo aquello que no favorece al progreso de las sociedades africanas.

Imagen de la exposición África nos mira en Madrid

A la luz de esta reflexión, Emeka Okereke ha llevado a cabo varios proyectos en los que ha exhibido su obra en espacios públicos no formales y los vecinos de la zona han sido los beneficiarios principales de su trabajo. Un ejemplo de ello fue la exposición Bagamoyo, en la que se retrataron momentos cotidianos de la población de un barrio de Maputo (Mozambique) y en la que se pretendía entender la reacción de la propia población implicada. La espontaneidad y el respeto del público hacia el artista lo han incitado a repetir esta experiencia en otros puntos del planeta. En el año 2010 Emeka Okereke aterrizó en Madrid sin hablar ni una palabra en español y acompañado únicamente de su cámara. Junto a otros seis fotógrafos africanos participó en la exposición África nos mira que circuló por espacios al aire libre de varias ciudades de España y en la que retrataba su percepción sobre una sociedad tan diferente a la propia. De las fotografías de Emeka se deprende una particular fijación con la contraposición entre la incitación al consumo y la mendicidad, entre la soledad y las promesas de eterna felicidad que irradian los escaparates de los centros comerciales madrileños. Aunque quizá una de las obras que más llame la atención es la fotografía en la que aparecen dos ancianos sentados en los extremos opuestos de un banco sin hablarse, sin mirarse. Esa falta de comunicación entre seres de la misma condición en las sociedades contemporáneas occidentales es algo que para muchos africanos no puede entenderse, pues se trata de una perversión del concepto de sociedad, en el que lo social, lo común, lo nuestro, se transforma en individual, en mío, propio. Y este desasosiego constante es lo que le da sentido al artista y al arte.

http://www.emekaokereke.com/

2 Comentarios

  • Eva
    Eva

    Me ha gustado mucho el final de tu «post» y comparto totalmente tu punto de vista. Una vez más, los africanos nos dan una lección de sociedad y, sobre todo, de vida.

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    • afribuku

      Gracias Eva. Son diferentes maneras de ver el arte. Yo comparto en parte la visión de Sartre y de Emeka aunque siempre tiene que haber tiempo para hablar de la belleza, el amor, etc. sin necesidad de denunciar. Un abrazo.

      Responder

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