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Es difícil llegar a transmitir la esencia de algo. In situ todo es más fácil: los colores, el aroma, el roce o los sonidos ayudan a que nuestras emociones aumenten. Lo complicado es hacer que aquello que hemos conocido, cuando ya no estamos allí, sea aprehendido por el interlocutor que tenemos delante al tratar de describirlo. Muchas muestras lo intentan, pero no todas lo consiguen. La mayoría utilizan un único sentido, bien sea la vista (fotografías) bien sea el oído (la música). Muy pocas llegan a ensanchar estos límites. Kontrastafrika lo logra desde un enfoque original e interactivo.
La persona que está detrás de esta exposición, que se inauguró el pasado 24 de noviembre, es Kike Gómez, fotoperiodista freelance, quien le dio la vuelta a la idea de montar una muestra tradicional. Tras un viaje a Nigeria, donde había documentado la vida de los niños de Calabar, la “Asociación Africanista Manuel Iradier”, con la que colabora desde 2015 en funciones de sensibilización y comunicación relacionadas con el continente africano, le solicitó que montara un proyecto que aunara expresión artística y derechos humanos, se trataba de Kontrastafrika. «Normalmente es al revés, vas y vuelves con el material necesario, pero en mi caso», nos explica, «una vez aquí es cuando tuve que ingeniármelas».
El proyecto Kontrastafrika había sido el seleccionado en la convocatoria para el año 2017 de “Derechos Humanos y creación artística” que organiza el Servicio del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz de Cooperación al Desarrollo y el Centro Cultural Montehermoso- Kulturunea. Así, ocupando el espacio cedido en Montehermoso, Kike Gómez con la ayuda del colectivo artístico Fill in Culture, montó un pequeño universo africano sensorial. La idea era que la gente llegara, a través de los 5 sentidos, a contrastar sus ideas previas, preconcebidas o sus clichés sobre el continente africano y que se dejara llevar por lo que veía, escuchaba, olía, tocaba o sentía al caminar por las diversas instalaciones dispuestas para la ocasión.
La exposición, compuesta por seis salas (una para cada sentido y una más con fotografías de Kike Gómez), se acaba convirtiendo en una inmersión en diversos lugares y situaciones que viven los africanos de los países que abarcan la muestra: los nigerianos, benineses, senegaleses, cameruneses…. De esta manera la muestra parece haber hecho suya el dicho que dice “no juzgues al otro hasta haber caminado siete días con sus mocasines” y nos calza unos zapatos africanos, desde el momento en el que entramos, con la intención de que tratemos de empatizar y mostrar conexiones con lo que sentimos.
Otro de los objetivos que se marcan los organizadores es enlazar los 5 sentidos con los derechos humanos. Así, no extraña que tras la puerta de acceso entremos en una sala en la que nos encontramos con un escenario de pesadilla. El agua contaminada y los residuos que flotan por todas partes nos hablan de la situación que soportan en lugares como el Delta del Níger, “una de las zonas más contaminadas del planeta”. Es el espacio del “olfato” que juega con diversos olores, encerrados en unas tinajas pequeñas, que el visitante puede aspirar y que nos habla a la vez de la cuestión medioambiental. Después llegarán la sala de la “vista” ligada a la infancia y a la problemática de los denominados “niños de la calle”, la del “tacto” al trabajo artesanal y al desempleo, la del “oído” a la música y a los problemas unidos al urbanismo y la del “gusto” a los alimentos y a la escasez de los mismos. Para esta última sala se buscó la participación del colectivo africano que vive en Vitoria-Gasteiz. El llamado “Taller del gusto” se realizó gracias a los Hali Pular, los Yoruba, a personas de Camerún, Senegal, Marruecos y de muchos otros lugares de África. Les propusieron cocinar diferentes platos y desgustarlos mientras el ojo de la cámara de vídeo grababa.
En todas las salas encontramos paneles explicativos que inducen también a la reflexión y que pueden ayudar a que nuestros 5 sentidos giren y den la vuelta para posibilitar una nueva manera de ver, oler, escuchar, tocar y sentir lo que proviene del continente africano.
El último espacio está reservado a una colección de fotografías de Kike Gómez y suponen el final del viaje, en el que todo lo experimentado en la exposición se condensa en las imágenes del fotoperiodista. Se trata del momento en el que quizás el visitante sienta que se replantea sus opiniones y visiones previas sobre el continente. Esas fotografías son la parada final de un proyecto que ha intentado cambiar (aunque sea un poco) nuestras percepciones.
Sin embargo, Kontrastafrika no termina ahí: continúa su andadura con diversas actividades en paralelo. Una charla entre Kike Gómez y el periodista Chema Caballero el pasado mes de noviembre ya daba una idea de la originalidad del planteamiento al ofrecer “un recorrido virtual” a través del diálogo por las distintas salas. También se han realizado visitas guiadas con jóvenes de diversos institutos y centros escolares vitorianos. Para terminar, el colectivo Fill in Culture, con fotografías del propio Kike Gómez y de Javier Corso, han realizado un mural-collage en el Casco Viejo de la ciudad. El mismo tiene como motivo central la infancia africana, uno de los aspectos sobre los que Kike Gómez habla con mayor pasión y tristeza. No en vano varias de las fotografías de la muestra nos enseñan los rostros de niños y niñas que, a pesar de atravesar situaciones tremendas, nos interpelan para que los comprendamos y caminemos con ellos, al menos el tiempo que dura el deslizarse entre las instalaciones.
El lema de “La exploradora”, asociación científica, cultural y viajera germen de la actual “Asociación Africanista Manuel Iradier” era “conocer lo desconocido”. Esta exposición actualiza el lema y nos propone “reconocer lo conocido” (África no es un continente desconocido, pero sí es un mal conocido) a través del contraste entre “lo que ya sabemos, lo que intuimos, lo que nos suena o creemos conocer”.
#KONTRASTAFRIKA. Hasta el 7 de enero. Centro Cultural Montehemoso-Kulturunea. Vitoria-Gasteiz.