Autor: Olivier Barlet*
Olivier Barlet conversa con el ruandés Joël Karekezi, director de la película «La misericordia de la selva», que se ha llevado el «Étalon» de oro en 2019, el galardón más importante del FESPACO de Uagadugú, así como el Premio Especial del Jurado «Freedom» en el Festival de Cine Africano de Luxor. Se ha proyectado en la última edición del Festival WALLAY de Barcelona y se proyectará en el próximo FCAT. Una ocasión para acercarnos al largometraje y a su realizador.
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Es evidente que la elección de la selva como escenario para el rodaje estructura la película. Juega un papel de personaje real que va a ayudar a los dos personajes principales a que se abran uno al otro y a que evolucionen.
Sí, es una historia que se desarrolla en el Congo. Mi primo me había contado cómo se había perdido en la selva: sentí que era fascinante, pero que además la selva constituía un personaje en sí misma. Queriendo hacer una película antimilitarista, me dije que podría utilizarla para provocar el enfrentamiento entre los personajes, que se descubriera hasta el momento en que tienen que elegir entre la supervivencia y la muerte, pero también cuestionarse sobre las atrocidades y los crímenes que se están produciendo. Es al mismo tiempo un elemento psíquico y físico. La selva tenía que ser un verdadero personaje. Cuando trabajamos en la redacción del guión, hicimos que estuviera presente. Al igual que la imagen: lo comenté con el director de fotografía, Joachim Philippe, para que fuera mágica y atroz a la vez, que resonara.
Llama la atención que en el montaje siempre hay un corte antes de reanudar la aventura, y eso nos sume en una película de acción: el león nunca llega, los elefantes sólo se evocan, etc. Escuchamos los ruidos de la selva, pero ninguna música que acompañe estos momentos.
Sí, podíamos haber optado por muchos estilos, de la acción a la lentitud. El sonido ayuda a sentir la selva. El montador Antoine Donnet estaba con nosotros en la selva como regidor: vivió su propia experiencia y entendió cómo trasladarla a la gran pantalla. Las elecciones desacertadas en ese sentido hubieran perjudicado gravemente a la película.
¿La banda sonora salió como fruto del rodaje o bien fueron sonidos incorporados después?
Creamos algunos pequeños momentos, pero el grueso de la misma se grabó en la selva. Denoît de Clerck captó muchos sonidos para poder disponer después de todos los recursos necesarios.
Para el joven Faustin, el sargento Xavier es un héroe.
Sí, quiere avanzar, caminar, disparar como Xavier. Es como si quisira convertirse en alguien importante.
Faustin afirma en la película que se había afiliado al ejército debido a un problema con la justicia. ¿Por qué un personaje así, después del genocidio?
Los jóvenes que se suman al ejército tienen ambiciones: proteger su país, pero también proteger o vengar a su familia… Faustin aspira a convertirse en un hombre y comprenderá que eso no se consigue a través de la venganza. Xavier tiene un largo recorrido como combatiente a sus espaldas. Son personajes opuestos. Faustin es frágil de partida y madurará, pero no se convertirá en el hombre que quería ser al principio, sino en un hombre de paz.
Aprende lo que es la responsabilidad.
Sí, así como su amigo cometerá un sacrificio capital que le permite construir su futuro.
Sin embargo, el sacrificio no es limpio.
El futuro y el presente se enfrentan dentro de él mismo. Se representa como el infierno al recorrer la selva y tiene que decidirse a pensar en el futuro de nuestros hijos, de África, de la humanidad. Tiene que salir del ciclo de violencia sin cesar que se extiende por todos sitios.
Habla de ese ciclo afirmando que tiene miedo de que los niños sigan odíandonos. En la cárcel, evoca los excesos de su ejército, es decir, del ejército ruandés en el Congo. Esto no es algo que vaya a gustar a todo el mundo…
Mi planteamiento sobrepasa la política: es psíquico. Quería escribir un acercamiento poético que cuestionase la figura del ejército en todo el mundo. Es una película universal que afecta a todos los que conocen la guerra. No apunto a nadie. Había todo tipo de nacionalidades en la producción, puesto que este cuestionamiento va más allá de la guerra entre Ruanda y el Congo. ¡La segunda guerra en el Congo movilizó a catorce países! Con lo cual no pretendía alagar un solo dedo.
La película ha ganado el Étalon d’or de FESPACO, entregado por el presidente Kagamé, presente en Uagadugú. Tenemos la impresión de que esto ayuda a desplazar un poco más lejos la línea roja de lo que se dice y lo que no se dice sobre la introspección, en relación a la violencia del conjunto de los ejércitos de la región…
Este Étalon incumbe a toda una generación que hace cine y que necesita a sus Estados. Lo hacemos con nuestras ideas. Esta obra es pacífica, como lo puede ser La delgada línea roja de Terence Malick por ejemplo. Exponemos nuestro punto de vista a través del cine para empujar a la reflexión tanto a la población como a los dirigentes de nuestros países.
¿Se logra de esta forma que avancen las cosas?
Sí. Es un gran honor haber recibido este premio en el FESPACO, algo que nos ayudará a continuar nuestro camino. Espero que sea toda una generación la que pueda disfrutar de la visibilidad de la película.
Todo esto se suma al nombramiento de Louise Mushikiwabo a la cabeza de la Organización Internacional de la Francofonía para reafirmar la presencia de Ruanda en la escena internacional.
Ruanda está muy presente en los festivales internacionales. Imfura de Samuel Ishimwe se hizo con el Oso de Oro en la Berlinale en 2018. Kivu Ruhorahoza ha realizado dos largometrajes. Clémentine Dusabejambo ganó premios por todo el mundo con sus cortometrajes, etc. Es mi generación. Gracias a nuestra capacidad de seguir adelante, hemos logrado formarnos. Y este Étalon d’Or certifica tal esfuerzo.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::* Artículo original francés publicado en Africultures
*Traducción: Alejandro de los Santos.