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A los siete 7 años cogió una Kalashnikov AKM en algún lugar de la casa de su primo, fallecido durante la guerra civil, sin embargo ese mismo primo le advirtió que aquel “juguete” era mortífero. A los 17 años fue testigo del movimiento de paz en Mozambique. A los 22 años formó parte de la lista de los primeros artistas que comienzan a trabajar con artefactos de guerra a través del proyecto de transformación de armas en obras de arte. De las obras por él esculpidas, destacan momentos de armonía, alegría y un viajé al más allá… Gonçalo Mabunda esculpió rosas sin espinas, guitarras con melodía, instrumentos de viento como el saxo. Hoy, investiga tratando de comprender la mente humana a través de su representación facial, la máscara, pues cree que detrás del rostro humano existen elementos escondidos.
Al preguntarle sobre los 20 años de paz que Mozambique cumple en octubre, Gonçalo se concentra y mira hacia el fondo de su sala de visitas, donde cuelgan obras de artistas amigos, sus obras, se pasa la mano por el pelo y se desahoga: “Son veinte años de paz, esta paz es la de silenciar las armas, pero aún no tenemos paz interior, me refiero a la estabilidad. Para tener paz interior es necesario que haya distribución de la riqueza que Mozambique produce. Cuando hablo de distribución, me refiero a elementos muy básicos. Es un asunto triste”.
El escultor dice que su queja es justa a pesar de las innumerables vicisitudes de la vida. Y su forma de protestar es a través del arte. Mabunda considera que las diferentes expresiones culturales no sólo sirven para entretener al ser humano, sino que también transmiten informaciones que ayudan a la construcción y a la formación de ideas en la mente humana.
Pero Gonçalo Mabunda no es del todo “mal agradecido”. Cree que la paz de silenciar las armas también aportó sus beneficios, como el hecho de que hoy “seamos lo que somos”.
El artista mozambiqueño recuerda la época de la guerra civil, donde guarda en su memoria las noticias que circulaban en aquel momento. “Ataques, muertes, con la firma del Acuerdo General de Paz, el 4 de octubre de 1992, afirmamos que ‘estamos en paz’, sin embargo, no había ninguna seguridad en la época, pues circulaba el miedo del retorno a la guerra. Teníamos miedo de que nuestra paz pudiese durar una semana, un mes. Pero afortunadamente no sucedió. Pasaron los años y hoy en día celebramos el vigésimo aniversario de ese acuerdo. Resulta positivo, por eso creo que los mozambiqueños deben preservar esa paz, deben estar atentos a los que quieren manipular esa paz”.
Transformando armas en obras de arte
Mozambique vivió una guerra de 16 años que causó la muerte de miles de personas y una lista interminable de daños materiales. Con la firma del Acuerdo General de Paz, en Roma, hubo la necesidad de “sensibilizar” a los ciudadanos devolviendo las armas que tenían en su poder. En este contexto, gracias a la iniciativa del Arzobispo Don Dinis Sengulane, de la Diócesis de los Limbombos, se creó oficialmente el proyecto TAE (Transformación de las Armas en Azadas). El proyecto preveía la entrega de artefactos de guerra por parte de los civiles y desmovilizados de guerra a cambio de instrumentos de producción agrícola que se simbolizaron en la azada. Este proyecto llegó a expandirse por todo el territorio de Mozambique con el único objetivo de mantener la paz. Hoy es una realidad consolidada que a su vez ha promovido otra forma de hacer arte a través del uso de artefactos de guerra.
Pionera en el mundo, Mozambique se convirtió en un ejemplo a seguir en todo el planeta y se invitaron a los artistas que trabajan con deshechos bélicos en países como Sudáfrica, Namibia, Islas Mauricio, Francia, Italia, Uganda, Etiopía, Burundi, Madagascar, Serbia y Yibuti con el fin de compartir esa experiencia de transformar algo malo en fines positivos, en obra de arte.
Gonçalo Mabunda destaca entre todos los artistas precisamente por la confianza y la voluntad de construir una “paz interior”. El mozambiqueño trabaja en su taller que es a su vez su casa y su galería, en la “Karl Marx 18 34”. Construir esculturas con artilugios de guerra es lo que le da sentido a este creador. No se le escapa ningún detalle. Con la experiencia y el dominio de la técnica y con una mirada diferente respecto a los primeros años, cuando comenzó a trabajar en la escultura de metal. El artista siente que ha evolucionado. Ha logrado perfeccionar sus obras con el escultor sudafricano Andries Botha y más tarde en residencias organizadas por la Technikon Natal de Durban, en Sudáfrica. No esconde que trabajar con estos deshechos fue todo un reto, ya que el material que recibía era diverso. “No conocíamos el material en su totalidad, en varias ocasiones trabajábamos soldando algunas balas que se dispararon, afortunadamente no hubo muertes”, recuerda Gonçalo Mabunda.
La experiencia adquirida en Sudáfrica facilitó enormemente el proceso actual de trabajo con los artefactos, algo que influye claramente en los resultados producidos. Esta experiencia para el artista supone también algo así como la verdadera paz, pues al inicio del proyecto el deseo le llevaba a crear algo simbólico usando artefactos de diferentes tipos de armas y representando la belleza. A su primera obra, Gonçalo Mabunda la llamó Viajero inocente.“Consideré aquella obra como una persiana que cree en la paz, cuyo desafío era salir de Maputo (en el sur) hasta (el río) Rovuma (en el norte), teniendo en cuenta que en cada segundo podía suceder algo, pero confiando en que la paz sería capaz de progresar sin problemas, de ejecutar cada paso de su caminada”.
Al preguntarle sobre esta obra, el artista afirma que Viajero inocente sigue caminando hasta el día de hoy. “Creo que el desafío del viajero todavía no tiene fin y sería interesante que continuase viajando siempre para que mantengamos la paz, pues a nadie le gusta la guerra. Quiero decir, el ruido y las consecuencia de las armas, incluso el propio comandante de un frente de guerra, también tiene miedo”, comenta Gonçalo.
Exigiendo una paz universal, Gonçalo Mabunda ha llevado sus obras a varios rincones del mundo. Prueba de ello es la reciente exposición Utopía de la ley de la galería Bozart Gallery de Lisboa, Portugal. En las ocho obras expuestas, Gonçalo defiende que “la crisis es algo ficticio, la crisis mundial es la crisis de los que no tienen, porque los que tienen siempre tienen y son responsables de la crisis”.
La obra Sentado en la crisis de los hombres, una de las más representativas del artista, representa un trono, el poder de quien lo tiene. A esta escultura está asociada Big Barriga, donde aborda la cuestión de la disparidad en la distribución de la riqueza y la problemática de las armas que traen inestabilidad al mundo, con especial hincapié en su incidencia en el continente africano. Las armas son el producto más comprado en África, que posteriormente se usan para la violencia. “Se gastan cantidades de dinero elevadas que enriquecen a los responsables de la crisis”, sostiene Gonçalo y expone a los líderes africanos que las armas no solucionan los conflictos y no contribuyen a la resolución de ningún problema. En la opinión del artista, la situación económica mundial afecta a los más desfavorecidos y el dinero sólo ha cambiado de bolsillo. “Defiendo la distribución equitativa de la riqueza”, dice Mabunda.
En el proceso de búsqueda de nuevos lenguajes a través de la exploración de la mente humana, el escultor cree que sus producciones tendrán repercusión al tratarse de representaciones de lo más íntimo del hombre. “En las máscaras que estoy creando intento representar el interior del ser humano, su mentira. Podemos enfrentarnos a una cara muy bonita, riéndose con su traje, pero en el fondo se trata de meros espejismos. Las máscaras en África representan muchos aspectos diferentes. Estas máscaras son el interior de cada uno, la representación facial que puede o no ser real”, añade el escultor.
Vincular mensajes pacíficos a la creación artística es el leitmotiv del mozambiqueño, pues considera que el mundo está adolecido, y por eso, es necesario medicarlo. Con esa idea, Gonçalo concibió Jesus do Novo Milénio, una imagen compuesta de artefactos bélicos que escenifica la crucifixión de Cristo en los tiempos actuales. “Si Jesucristo estuviese en la faz de la tierra hoy en día, sería crucificado con métodos bélicos. El milenio justifica los millones de años que han pasado y que prueban que el hombre todavía es cruel”, afirma categórico Mabunda.
El mozambiqueño pretende representar el mundo de varias maneras. El mejor ejemplo reside en el casco militar que emplea en sus obras, que para Mabunda simboliza el mundo por su forma geométrica. “Con todo, debería referirse al cerebro de una vida sana. Desgraciadamente, el mundo está enfermo debido a la codicia, al materialismo”, concluye Gonçalo Mabunda.
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¿Quién es Gonçalo Mabunda?
Gonçalo Mabunda es un artista nacido en enero de 1975 en Maputo, Mozambique. Ha participado en exposiciones colectivas realizadas en varios países como Uruguay, Canadá, Sudáfrica, Estados Unidos, Francia, España, Holanda, Japón, Portugal, Madagascar, Marruecos, Etiopía, Tanzania, Namibia, Yibuti e Islas Mauricio. Es autor de varias exposiciones individuales y fue el artista escogido para crear el trofeo de los premios de la organización Clinton Global Initiative. En 2006 recibió el premio a mejor artista de la Gala TVZINE y en 2010 fue galardonado con el premio especial de Cultura en Milán, Italia.
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*Ouri Pota Pacamutondo es un periodista mozambiqueño especializado en periodismo cultural.
Este artículo fue publicado en la Revista mozambiqueña + MZ por Ouri Pota Pacamutondo y ha sido traducido y editado en exclusiva para su publicación afribuku.
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