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Una de las grandes razones que explican la mitomanía que se está generando alrededor de Fela Kuti (incluido un musical en Broadway sobre su vida), es sin duda que en estos últimos años podemos disfrutar de la presencia de los mejores evangelistas del afrobeat en los escenarios de medio mundo. A Tony Allen, antiguo batería de Fela, y al ghanés Ebo Taylor, al que entrevistamos en afribuku, se le unen dos de sus hijos, que mantienen la memoria de su padre buscando su propio sonido. Es Femi Kuti el más consolidado de ambos. Alimentando la maquinaria heredada de su padre, Femi ha editado desde 1989 más de 10 álbumes que le han valido el reconocimiento mundial despejando la duda de un posible arribismo nepótico.
Con una historia apasionante a sus espaldas, Femi Kuti accede a responder a nuestras preguntas y nos citamos por tanto con él en el marco del Festival de Músicas do Mundo de Sines 2013. Aunque sus respuestas destilen un aroma a discurso aprendido y repetido hasta la saciedad, intentamos salirnos del guión evitando caer en el tópico hablar de su ya mitológico padre, aunque parece que Femi no está por la labor. Escuchándolo tenemos la sensación de que la losa de su herencia paterna cada vez es más pesada para él; sólo esperemos que el talento de este gran músico no sea absorbido por la leyenda de su propio padre.
¿Qué tal se siente en Portugal?
Estoy genial, bien descansado. Preparado para el concierto de esta noche.
Genial. afribuku quería acercarse a usted para que nos hablara, como es lógico, de su carrera artística y del movimiento musical del afrobeat.
Vamos allá.
La primera pregunta la dirigimos desde la actualidad: El afrobeat está tomando en los últimos años muchos caminos diferentes. La juventud parece prendada del estilo y la electrónica ha entrado en la ecuación. ¿Cómo se siente, siendo el guardián del afrobeat, digamos, más ortodoxo?
Creo que el afrobeat está cambiando, pero yo no soy un crítico musical y no creo que nadie deba criticar ningún hecho artístico. Si alguien quiere expresarse, que lo haga, pero criticar puede muchas veces coartar la creatividad. No creo que nadie pueda ser como mi padre, ni como yo mismo, pero sí pienso que la gente puede tomar elementos nuestros y expresarse con ellos a su manera. El arte no puede ser criticado.
Es curioso, obtuvimos una respuesta parecida de Ebo Taylor. ¿Se está mezclando en Nigeria el afrobeat también con otros estilos, como en Ghana?
Claro: con hip hop, electrónica o reggae.
¿Por qué piensa que el afrobeat está creciendo tan rápidamente en el mundo occidental de manos de la electrónica?
Porque el afrobeat es sólido. Se fundó de una manera pura, original y comprometida con la justicia. La gente escucha la música y se siente parte de ella, es algo espiritual, y no saben ni por qué. A veces alguien que no conoció a mi padre me dice que es como si estuviera conectado con él y su música, aunque nunca hubiera hablado con él personalmente. Así que sí creo que el afrobeat establece esta conexión espiritual que no se puede explicar. La música es la única expresión que puede tocarte pero no viceversa. Puedes tocar un instrumento pero no la música en sí.
Entonces cuando un joven escucha afrobeat electrónico en una discoteca en Londres, en el que sólo se mantiene la música, ¿no se ha despojado del contenido político tan importante de su continente artístico?
El hip hop comenzó con un discurso político muy acentuado y social y ahora lo vemos completamente alejado de aquellas premisas. Creo que con el afrobeat no pasará lo mismo. Siempre habrá gente como yo que mantendrá la llama encendida. Muchos productores quieren transformarlo en algo materialista, pero siempre habrá artistas que defiendan sus pretensiones políticas. Es bueno que el afrobeat se abra a otros temas como el amor, porque es parte de la vida, pero lo que no puede hacer es venderse. La corrupción llega a todos los rincones del arte pero, si para algo existe el afrobeat, es para luchar contra ella. No olvidemos también que mucha gente conoce el origen del estilo, sobre todo los artistas, así que pensar en un músico de afrobeat cuyo discurso sea “el Gobierno de Nigeria no es corrupto, adoro al Gobierno de Nigeria” es una idea bastante ridícula (risas).
Es cierto que las bandas de afrobeat no nacidas en Nigeria, como en Japón, Francia o Australia, sí mantienen el discurso político afilado y muchas veces lo adaptan a su realidad geográfica, en sus propios países. ¿Se siente orgulloso de este hecho?
Por supuesto. Siempre supe que el afrobeat sería grande, pero nunca pensé que lo sería tanto. Está convirtiéndose en una herramienta de expresión de los jóvenes músicos de todo el mundo, tanto a nivel musical como político. Quizá no es “mainstream”, no lo verás en las listas de lo más vendido, pero la influencia del estilo es enorme en las canciones y los grupos que sí ves en el top 10. Miles Davis, Red Hot Chili Peppers o Beyoncé hablan o hablaban sin parar de cómo les gusta Fela y de su influencia en su propia música. Que estos artistas hablen del afrobeat atrae a un gran número de jóvenes que sienten curiosidad; y una vez que has picado el anzuelo, el afrobeat te hace perder la cabeza…
Doy fe de ello. La figura de su padre está creciendo de una manera desorbitada en los últimos años. Usted que lo conoció como persona, como padre y como artista ¿qué piensa de esta desmesurada mitificación hacia la figura de Fela?
Es extraño, pero no me afecta. No puedo parar la mitología que se está creando pero mi deber es por lo menos corregir la Historia. Si alguien me pregunta sobre algún aspecto de mi padre, debo responder lo más objetivamente posible, pero es imposible evitar la fantasía popular. Estoy seguro de que dentro de unos años la gente se reunirá, si no lo hace ya, alrededor de un fuego, a contar leyendas de aquel hombre que venía de África e hizo esto y lo otro. Eso siempre estará ahí.
Entonces no me queda más remedio que aprovechar la ocasión, si no es molestia, para que me aclare un aspecto bastante controvertido entre los fans de Fela. ¿Llegaron a grabar juntos Fela y Miles Davis, tal y como aseguran muchos biógrafos?
No, nunca. Mi padre admiraba a Miles y Miles admiraba a mi padre. Una vez se encontraron en Europa en un festival, pero nunca llegaron a hablar. Sólo se cruzaron.
Mil gracias por la aclaración. Queríamos continuar hablando del New Shrine, el espacio cultural que gestiona en Lagos, herencia del primer Shrine que fundó su padre. ¿Qué respuesta está teniendo entre el público joven nigeriano? ¿El mensaje político está conectando con la juventud?
Sí, la respuesta es positiva entre la juventud. Hay mucha gente no vinculada, pero también hay mucha gente que sí lo está. El movimiento Fela está muy vivo en Nigeria.
¿Sigue la política de cerca? ¿Se ve intercediendo en la escena política de su país?
Sigo la política pero no quiero formar parte de ella. Está demasiado corrupta. Hago lo que tengo que hacer, con mi arte, con el Shrine y con mi música. No comprometeré nunca mi música ni el contenido político del afrobeat. No cambiaré por ser famoso. Mi herencia recibida es muy importante, es sagrada para mí.
¿Y ve su propia música evolucionando o en cambio quiere mantener los patrones clásicos del afrobeat?
Yo veo mi música en un cambio constante. No puedo decirte que haré en el próximo álbum. Creo sinceramente que “No Place For My Dream”, mi último álbum editado, es mi mejor disco hasta la fecha y mi reto es mejorarlo tanto como pueda.
De toda la música que escucha en los últimos tiempos…
(interrumpe) No, no escucho música. No he escuchado nada en los últimos trece años.
¡¿Trece años sin escuchar música?! ¿Y de dónde proviene entonces su inspiración, de usted mismo?
No escucho tampoco mi música, sólo cuando estoy en el escenario. Una vez está hecha, se acabó para mí.
¿Y de sus músicos?
No, sólo de mí mismo.
¿Como una especie de director de orquesta?
Así es.
Los músicos que conforman su banda son todos nigerianos. En cambio, la mayoría de los músicos africanos con cierto prestigio que tocan por aquí inundan sus filas con músicos occidentales, suponemos que por problemas de visados.¿Trayendo sus músicos desde Nigeria cree que su música se mantiene más pura? ¿Cambiaría a sus músicos si tuviera que hacerlo?
No me gustaría hacerlo. En cualquier caso no creo que sea un problema de raza o cultura. Como director musical, si le digo a un percusionista, digamos portugués, que toque algo como yo quiero, lo tendrá que hacer igual que un nigeriano: a mi manera. Hay una gran cantidad de músicos muy profesionales por todo el mundo que podrían tocar mi música de una manera excelente y mi música no cambiaría. Si fuera así, no sería mi música y por tanto no pertenecerían a mi banda.
De todas las colaboraciones que usted ha realizado con artistas de todo el mundo ¿cuál ha disfrutado más?
Todas y cada una de ellas. Aunque últimamente hay mucha gente en Nigeria que me pide que meta una línea de saxofón en tal o tal canción. Lo hago rápidamente como músico de estudio, aunque no sé si llamaría a esto colaboración artística (risas).
Estas últimas décadas Nigeria ha estado dividido en dos, el norte y el sur. ¿Cree que la religión es uno de los grandes problemas de su país?
Puede ser. La religión es sólo uno de tantos problemas. La corrupción, el desempleo o la pobreza son también parte de la cruda realidad nigeriana. Nuestras universidades están en huelga en estos momentos. Nigeria está viviendo una cuenta atrás. Tengo la sensación que todo esto va a explotar, pero hay tantos frentes que no podría decirle por dónde.
Usted hace giras muy extensas por todo el mundo, lo que le permite cada vez que vuelve a su país ver los cambios que se producen desde otra perspectiva. Nigeria está cambiando a un ritmo frenético ¿cómo ve ese cambio?
No para bien. Espero que haya una solución, pero el futuro es aterrador. Mire Egipto, Libia o Siria: después de derrocar a sus dictadores, las cosas no han ido en absoluto a mejor. Da miedo pensar en una situación parecida en Nigeria.
Parece que África está organizándose a través de su juventud en movimientos sociales, en países como Senegal o Togo. ¿Ve este tipo de movimiento político social posible en Nigeria?
Sí, los jóvenes se están organizando; pero me da miedo que los políticos fagociten estos movimientos. Es muy tentador y ya pasó en los años 60 y 70.
Volviendo a su música y pasado todo este tiempo ¿qué cree que puede seguir aportando a un género como el afrobeat?
No lo sé, ya iremos viendo. Llevo diez años trabajando con los mismos productores. Espero que la inspiración me llegue y entonces grabo.
¿Ha pensado en producir a otros artistas? Quizás a través de su experiencia pueda ayudar a jóvenes músicos.
No tengo tiempo. En Nigeria hay una gran escena de productores que hacen muy bien su trabajo. Además, si nadie me dijo a mí como crear mi música ¿por qué debería hacerlo yo con otra gente? No veo porqué debería influenciar a nadie con mi opinión, como decía al principio. Si alguien toma mi trabajo y se inspira a través de él, perfecto. Puedo aconsejar o influenciar, pero no imponer mi punto de vista como un productor. No quiero cambiar ni moldear a ningún artista. Para mí esta práctica destruye la expresión personal de cada individuo, que es única en su manera de ser. Hay que respetar a la gente por su propio talento. Si mi hijo me pide consejo se lo daré, pero no lo forzaré a hacer nada. No quiero que mis hijos sea como yo, quiero que sean ellos mismos y quererles como son. Y esa una gran diferencia entre mi padre y yo mismo: nunca impondré mi punto de vista a nadie como hizo mi padre conmigo.
Creo que uno de los aspectos que se valoran de su carrera es el de no fotocopiar el legado de su padre, sino tomarlo como referencia para crear su propia música.
Eso es lo que intento.
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