Especial 15 FCAT – Festival de Cine Africano de Tarifa
Autor invitado : Olivier Barlet *
El primer largometraje de Karim Moussaoui, marcado por la originalidad de su escritura y su gramática cinematográfica, ofrece una visión compleja de una Argelia diversa donde hombres y mujeres buscan su propio camino. Uno de los mejores descubrimientos de Cannes el pasado año.
La película plantea preguntas sobre las vidas de tres personajes: un hombre de negocios que duda de sus decisiones, una joven que se enfrenta a un reencuentro con un antiguo amor y un médico solicitado a la que una mujer pide ayuda en un asunto difícil. Estos personajes se cruzan sin tener nada en común salvo el vivir en un momento crucial de sus vidas: están superando una etapa y, para pasar a la siguiente, se cuestionan su condición.
Karim Moussaoui es un cineasta de la generación posindependencia que se interroga sobre el por qué de la guerra civil de los años noventa (un momento abordado en su notable mediometraje “Les jours d’avant”, «Los días de antes» en castellano) y sobre la forma de salir de la resignación frente a los bloqueos de la sociedad argelina. “Esperando a las golondrinas”, al igual que «Heremakono» de Abderrahmane Sissako, muestra a unos personajes que esperan la felicidad, la primavera, en un país donde el tiempo está suspendido. Esta película de múltiples facetas, que se desarrolla en Argelia variando los paisajes y las lenguas, no es un reflejo del país, ni siquiera del estado de las cosas. Para Karim Moussaoui se trata sin duda de una tentativa muy personal de explicar su relación contradictoria con los argelinos, a la vez crítica y empática, sin juicios, pero también sin complacencia. Su cámara acompaña a los personajes para abandonarlos y seguir a otros con una fluidez transgresora. En una especie de espiral del texto, deja en permanencia sus respiraciones y digresiones políticas o triviales, en tanto que lo cotidiano y lo excepcional se mezclan sin un plan establecido en esta sociedad fragmentada y pulida por los traumas de su historia.
La apuesta es un momento, actual y crucial para su generación, en el que todo podría reinventarse si algunas barreras cayesen. Esto aporta unas escenas sutiles y sublimes, en las que de una cantata de Bach al mítico grupo Raïna Raï, la música juega un gran papel, y donde a veces todo se anima en la danza. Porque este cine es el cine de los cuerpos que el scope y los planos de secuencia inscriben en su medio: no es la psicología de los personajes la que está en el centro sino los fallos que les mueven cuando sus vidas dan un vuelco y necesitan precisar su posición.
Sin cámara al hombro sino con encuadres largos y a menudo fijos, mientras que los movimientos son tomados con la estabilidad de una steadycam o un Stab One sobre tres ejes. Esto aporta una geografía de los cuerpos en el espacio argelino, una especie de topografía que ya había explorado Tariq Teguia en “Inland”, donde las líneas de fuga marcan el lugar de aquellos que dudan de sí mismos.
Es esta duda lo que interesa a Moussaoui, los relatos que se entremezclan como en “Los días de antes”, donde los puntos de vista de Jaber y Jamina, tratados por separado, entran en resonancia. Frente a las certezas asestadas por la propaganda política y la debilidad de los contrapoderes, ofrecer un espacio de interrogación y de tal libertad de tono vuelve a proponer una fuente de Juventud, con riesgo de perder a veces al espectador. Esta trilogía aporta sin embargo la identificación de varios temas: el idealismo perdido en la primera parte, la contracción del deseo en la segunda y el peso del pasado de los años noventa en la tercera. ¿Cómo encontrar la fuerza de vivir, el gusto de amar y la identidad a partir de un pasado asumido?
La unión de seres atraviesa efectivamente estas historias tanto en el pasado como en el presente: la conexión de una pareja divorciada con su hijo, el deseo reavivado de una mujer antes del matrimonio, un neurólogo atrapado por su papel durante los años terribles la víspera de su boda… La relación entre hombres y mujeres no puede escapar a los vientos de la historia, sobre todo en el universo de la amnesia forzada y cuando las decisiones se imponen. Si los hombres tienen grandes dificultades para renunciar a su cobardía, las mujeres sobresalen en determinación y hacen mentir al mosaico de la pared del hotel donde el león se come a la gacela. Ni ellos ni ellas son víctimas sino al contrario se confrontan a decisiones que tomar mientras que en el fondo la corrupción, la sumisión y el olvido los arrastran. Mantenerse en pie es un combate y, como en la película, este combate no tiene fin.
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«Esperando a las golondrinas» se proyecta el sábado de abril en el Festival de Cine Africano de Tarifa. Más información, haciendo clic aquí.
* Olivier Barlet es editor de la revista Africultures y responsable de artículos de cine, ha colaborado con medios como Africa international, Le Nouvel Afrique Asie, Afriscope, Continental, Planète Jeunes, L’Autre Afrique, La Croix, entre muchas otros. Es el autor de libros sobre el cine africano como Les Cinémas d’Afrique noire : le regard en question (L’Harmattan, 1996) e Idrissa Ouedraogo, Carnet de la création (Editions de l’œil / Sankofa & Gurli, 2005). Ha participado en numerosos jurados, talleres y libros colectivos, además de haber traducido un sinnúmero de obras y artículos.
Este artículo fue publicado originalmente en Africultures. Leer la versión original en francés en este enlace. Traducción: Alejandro de los Santos.