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El fotógrafo Ernest Cole nació en 1940 en el municipio de Eersterust, en Pretoria, justo antes de la instauración oficial del apartheid en Sudáfrica en 1948.
Tenía 20 años cuando miles de personas se concentraron frente a una comisaría de policía en el municipio de Sharpeville para protestar contra el gobierno de la minoría blanca, que les obligaba a llevar un salvoconducto. Ese día murieron al menos 69 personas por disparos, cientos resultaron heridas y se declaró el estado de emergencia. La masacre de Sharpeville se considera un punto de inflexión en la lucha por la liberación de Sudáfrica. Marcó el comienzo de un periodo de décadas en el que las imágenes de violaciones de los derechos humanos en Sudáfrica raramente salían en los informativos internacionales.
Las imágenes de Cole ocuparon un lugar destacado en esta cobertura. Pero, a diferencia de muchos de sus contemporáneos, no se centró en documentar protestas.
En cambio, Cole produjo cientos de fotografías que retrataban con todo detalle la violencia estructural del apartheid. Su objetivo era publicar estas imágenes en un fotolibro que pretendía difundir internacionalmente. En 1966, Cole abandonó Sudáfrica con un permiso de salida. Nunca volvería.
House of Bondage (Casa de servidumbre), la inquebrantable y exhaustiva acusación de Cole contra el apartheid, se publicó en 1967 en Estados Unidos y posteriormente en el Reino Unido. Cuando apareció, el fotolibro fue prohibido en Sudáfrica, pero algunas de sus imágenes volvieron al país a través de publicaciones de la resistencia.El libro vuelve a estar ahora en el mercado con una nueva edición. De esta forma, el profundo ensayo visual de Cole vuelve a accesible para el público y pone de relieve su incisiva crítica de la violencia de la vida cotidiana bajo el apartheid.
El libro vuelve a estar ahora en el mercado con una nueva edición. De esta forma, el profundo ensayo visual de Cole vuelve a accesible para el público y pone de relieve su incisiva crítica de la violencia de la vida cotidiana bajo el apartheid.
Un libro emblemático
Tras abandonar Sudáfrica, Cole siguió trabajando como fotógrafo en Estados Unidos y pasó una temporada en Suecia. En la década de los ochenta, House of Bondage estaba agotado. Se desconocía el paradero de las fotografías que realizó en Estados Unidos en las décadas de los sesenta y setenta, algunas de ellas encargadas por la Fundación Ford y la Agencia de Información de Estados Unidos. En 2017, al menos parte de su archivo fue localizado en Suecia y devuelto a la familia de Cole.
La reaparición de más de 60.000 negativos, así como de otros documentos, incluidos cuadernos de notas, ha dado lugar a la publicación de la nueva edición del libro de referencia de Cole por parte de la Aperture Foundation.
Incluye tres nuevos ensayos introductorios, pero el núcleo del libro permanece inalterado, un viaje deliberado e implacable por el mundo roto que creó el apartheid. La obra está dividido en 15 apartados, entre ellos Las minas, Policía y permisos, Educación para la servidumbre, Herederos de la pobreza y El destierro, todo ello visto a través de la mirada sin tapujos de Cole.
La nueva edición también contiene una sección de imágenes inéditas que Cole parecía haber pensado incluir en House of Bondage, pero que tal vez omitió para no desvirtuar el mensaje principal de la obra. Esta sección, Black Ingenuity, incluye 30 fotos de músicos, bailarines, artistas y boxeadores. Transmiten cómo se forjaron espacios de socialidad y creatividad a pesar del apartheid.
La vuelta a casa
Una selección del material devuelto a la familia Cole ha sido digitalizada y puesta en línea por el Photography Legacy Project y el Historical Papers Research Archive.
Entre los cientos de cartas y recortes de prensa de Cole se encuentra un cuaderno andrajoso de observaciones manuscritas sobre las penurias de la vida de los negros bajo el apartheid. En este pequeño libro, Cole relata las experiencias de las personas que conoció durante su búsqueda para documentar exhaustivamente el deshumanizador «crisol del racismo» sudafricano.
Cole se revela como un periodista dotado de un ojo agudo para lo concreto y el archivo revela la extensa investigación que se llevó a cabo para hacer House of Bondage. Sus cuidadosas notas incluyen historias de madres, trabajadores y profesores… Como por ejemplo un joven que perdió su salvoconducto y tenía tanto miedo de denunciar que no pudo presentarse a sus exámenes. O cuestiona por qué no hay pupitres ni sillas para los niños en la escuela. O cómo una mujer solo pudo comprarse una falda en toda su vida laboral.
Cole pasó décadas como apátrida y, atormentado por el racismo que padeció tanto en Sudáfrica como en Estados Unidos y Europa, sufrió varias crisis psicológicas. A partir de mediados de los 70, se quedó sin hogar y pasó temporadas viviendo en el metro de Nueva York y ocasionalmente en un albergue o en casa de amigos. Murió de cáncer de páncreas en el exilio en 1990.
Un mundo mejor
En su ensayo sobre esta nueva edición de House of Bondage, el activista antiapartheid y poeta Mongane Wally Serote observa:
«A pesar de las graves dificultades que supone ser pobre, discriminado y, por ley, objeto de explotación y opresión, las personas que aparecen en las fotografías de Ernest Cole reivindican la vida».
El autor se centra en el núcleo del proyecto de Cole: el imperativo de construir un mundo mejor. Sostiene que ver estas imágenes no sólo supone recordar la brutalidad del apartheid, sino también sorprenderse al reconocer que la violencia estructural del pasado sigue viva:
«Por supuesto, la pregunta que hay que hacerse después de ver el horror representado en las fotografías de Cole es: ¿por qué, por qué si hay seres humanos que viven en el horror, no se han cuestionado y cambiado esas condiciones? ¿Por qué persisten esas condiciones?»
Al menos parte de la respuesta al reproche de Serote radica en el hecho de que los responsables de diseñar y aplicar el inicuo sistema del apartheid nunca han tenido que rendir cuentas. El libro de Cole es un poderoso recordatorio no sólo de lo que fue el apartheid, sino del trabajo que queda por hacer para desmantelar la casa de servidumbre.
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nvestigadora senior en el Instituto NIOD de Estudios sobre Guerra, Holocausto y Genocidio.Artículo publicado originalmente en The Conversation
Malvina Margarita Mendez
La lucha x el fin de la discriminación hacia nuestra etnia no ha terminado. Aún persiste, ,es tiempo de q esto acabe x el bien de la humanidad. También debe terminar con la discriminación sobre otras comunidades acosadas por el rechazo de una comunidad de matriz blanca,occidental y cristiana q se consideran superiores. Tenemos que hacerles comprender q TODOS SOMOS IGUALES. Es muy simple lo q expreso, pero creo modestamente, q la humanidad debe ser realmente humana.
Cesar
Es un tema de gran valor literario,artistico y social con una contundente denuncia de los horrores del APARTHEID en un gran pais como Africa del Sur,en el cual tuvieron que padecer humillaciones y ser masacrados por la minoria mal llamada «blanca»,ya que la raza humana es UNA a pesar de las diferencias que han fijado los racistas.Ante tantas denuncias despues de muchos años y asesinatos y carceles eternas para los grandes lideres,po fin la comunidad internacional y la lucha del pueblo oprimido la «liberacion» de una gran pais.Lastima que a pesar de esta amarga experiencia de vida,aun continua en muchos paises la discriminacion racial.Saludo.