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El cómic revolucionario de Túnez

En los últimos compases de la dictadura de Ben Ali surgieron numerosas voces de artistas que denunciaron sin tapujos la corrupción, la represión y la vigilancia policial de un régimen que había mantenido a la población tunecina en un estado de adormecimiento generalizado  durante 23 años. Túnez era uno de los países del mundo con mayor censura en Internet, lo que provocó la llamada de atención por parte de la comunidad internacional por el cierre temporal de sitios web de referencia como Facebook o Youtube. Poco después del suicidio de Mohamed Bouaziz, principal detonante del golpe revolucionario, los ciberactivistas sortearon todas estas restricciones y lograron intercambiar todo tipo de información, desde noticias hasta canciones de contenido reivindicativo. Con la caída del régimen de Ben Ali, mucho se ha escrito y hablado sobre el papel del hip hop y de las redes sociales en la transmisión de mensajes que contradecían la versión oficial de la realidad del país. Sin embargo, se ha prestado menos atención a la importancia del cómic durante la revolución tunecina, algo que no hace justicia al valor propagandístico y artístico que alcanzó este género a nivel local e internacional.

En el año 2007, Z lanzó el blog debatunisie donde publicaba viñetas que arremetían contra la pésima gestión urbanística del gobierno tunecino y la corrupción asociada al sector de la construcción. Poco tiempo después, amplió la perspectiva de su pensamiento crítico y colocó el punto de mira en prácticamente todos los aspectos de la vida política y social de Túnez. En su periplo por la crítica social a través de la viñeta, Z alcanzó un mayor reconocimiento a medida que iban apareciendo más caricaturas sobre Ben Ali y su mujer Leïla Trabelsi. Hasta el momento, eran pocos los que habían conseguido expresar tan tajantemente su punto de vista sobre el presidente y la familia de su mujer, considerados como los máximos responsables de la debacle social y económica del Estado. Y tampoco se corta al destapar los entresijos de la censura, del control policial o de las primeras elecciones democráticas del país. En sus análisis sobre la sociedad tunecina, Z apenas deja títere con cabeza, utilizando siempre un lenguaje punzante y directo, a veces en francés, otras en árabe, y en ocasiones mezclando los dos idiomas. Los dibujos destacan por su expresividad y su fácil lectura, por lo que se ha convertido en una magnífica herramienta de comunicación y de reflexión crítica accesible a todo tipo de públicos.

«Hacia un gobierno de interés nacional», Z.

Tras 5 años de actividad, Z es todo un símbolo de la revolución de Túnez. Mantiene oculta su identidad bajo este simple seudónimo, lo que le ha permitido eludir las persecuciones policiales a blogueros incómodos para el régimen. En 2009, la policía detuvo a Fatma Riahi, ciberactivista conocida como Fatma Arabicca, que había hecho uso de algunas de sus viñetas, y que le fueron automáticamente atribuidas. Esto obligó a Z a permanecer alejado de Túnez más de un año, por temor a posibles represalias en el caso de que se descubriera su identidad. Esta no ha sido la única ocasión en la que se ha asignado la autoría de los dibujos a otros ciudadanos que contrariaban a los poderes fácticos. La semana pasada, un grupo de islamistas destrozó varias obras de arte de la feria Primavera de las Artes, que según los salafistas atacaban directamente a algunos de los principios básicos del Islam. El periodista Thameur Mekki fue acusado de ser el verdadero Z, y recibió amenazas de muerte a través de mensajes que circularon por las redes sociales. No obstante, el autor de los dibujos siempre sale en defensa de sus colegas  cuando se apunta directamente a algún bloguero como el creador de los dibujos.

«Yo no soy Fatma. Todos somos Fatma», Z.

Z mantiene la incógnita acerca de su identidad, aunque no duda en afirmar que se trata de un ciudadano común, con una vida rutinaria, pero que cada noche se transforma en este ilustrador subversivo que continúa provocando verdaderos quebraderos de cabeza al gobierno y a los islamistas. Como si se tratara del mismísimo Clark Kent, Z se envuelve dentro de un personaje ficticio que ha ido ganando una popularidad fascinante a lo largo de estos años. Su blog es una de las páginas más visitadas de Túnez y ha pasado de las 300 a las 3.000 visitas diarias. A pesar del éxito, este bloguero opta por no revelar su verdadera identidad, ya que prefiere mantenerse al margen de la vida política y continuar ofreciendo su particular visión de la sociedad tunecina sin perder un ápice de su esencia.

Por otro lado, durante el periodo revolucionario surgió otro de los cómics que dieron mucho que hablar, Willis From Tunis, el gato burlón que diariamente urdía una crítica mordaz contra Ben Ali y que seguían miles de tunecinos mediante las entradas periódicas en Facebook. Su autora, Nadia Khiari, también guardó el anonimato durante un tiempo, pues temía las posibles consecuencias de sus mensajes en un período tan revuelto. Al principio apenas compartía sus dibujos con sus amigos más cercanos a través de esta popular red social, con la única intención de despertarles una sonrisa diaria, ocultando su verdadero nombre con el de su gato, Willis. La espontaneidad y la sinceridad de sus comentarios llamaron la atención rápidamente y se disparó el número de seguidores de su página de Facebook. El sentido del humor es la principal arma de Willis From Tunis, que prefiere ironizar y reírse hasta de los aspectos más trágicos de la sociedad. Y de ahí su sonado éxito: recientemente publicó Willis From Tunis. Crónicas de la Revolución, un libro que recopila las mejores viñetas del período revolucionario y que cumplido todas las expectativas de venta. Además, Nadia es pintora y diseñadora profesional, profesora en el Instituto Superior de Bellas Artes de Túnez y se encarga de gestionar la galería Artyshow.

A pesar del cambio político por el que ha pasado su país, la autora sigue reivindicando la necesidad de seguir luchando por garantizar la libertad de expresión en Túnez. Según Nadia Khiari, el ciudadano debe expresar su malestar o su alegría tal y como las siente: “Creo que lo esencial es expresarse. Me han prohibido expresarme durante tanto tiempo que ahora siento un placer increíble. Cuando tenemos la suerte de vivir en un país donde no hay dictadura, donde no hay censura, hay que expresarse, crear un blog, transmitir cosas aunque no sepamos escribir, aunque no sepamos dibujar”.  Y eso continúa haciendo, seguir dibujando, seguir escribiendo, para crear una sociedad más consciente de sus propios problemas.

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