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Abdel Aziz Boye, Monsieur Boye como todo el mundo le llama, es un loco que, como cuenta a sus estudiantes, empezó a apasionarse por el cine cuando tenía 7 años y jugaba a las sombras chinas en su Saint-Louis natal. Desde ese momento, el cine nunca le volvió a dejar. Se fue a París a estudiar en el Conservatoire libre du cinéma français (CLCF) y en esta ciudad vivió 20 años. En 2002 volvió a su país originario, Senegal, donde empezó a trabajar en la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar (UCAD).
Motivado por las ganas de sus estudiantes de aprender más sobre el cine, ese mismo año M. Boye decidió fundar por su cuenta “Ciné UCAD”, una estructura que ofrece una iniciación cinematográfica a cualquier universitario interesado en el séptimo arte. Posteriormente, en 2008, inició un proyecto similar en la periferia de Dakar, en el barrio de Guédiawaye, después se desplazó al de Pikine, conocido en la capital por su superpoblación y sus problemas de infraestructuras y saneamiento. Finalmente, el proyecto se mudó a otro barrio periférico, Parcelles Assainies, donde el mismo M. Boye encontró un local que alquila a título personal y que pasó a llamar “Ciné Banlieue”, espacio que actúa como escuela y cineclub para los jóvenes de esta zona y otras áreas urbanas colindantes.
Ciné Banlieue es una pequeña casa con un patio interior y tres o cuatro habitaciones alrededor que cumplen la función de aulas, cuyos nombres rinden homenaje a destacados cineastas senegaleses; en una de ellas sobre una mesa hay una pila de guiones propuestos a M. Boye por todos sus estudiantes. En el patio improvisan las clases según la condición climatológica y arriba, en la terraza, a menudo proyectan películas, ya que el espacio puede acoger a un centenar de personas. Allí pasan las tardes de sábados y domingos jóvenes que de otra manera no tendrían medios para permitirse una formación reglada en cine (por otro lado, prácticamente inexistente en Senegal, exceptuando el máster de cine documental de la Universidad Gaston Berger de Saint-Louis y el deteriorado Média Centre de Dakar). En Cine Banlieue hablan y ven cine, comparten ideas y crean. A estos jóvenes creativos, que provienen de todo tipo de grupo social y profesiones, lo único que les une es la pasión por el cine y el interés por las clases que M. Boye les ofrece de una manera altruista. Gracias a él, en esta pequeña escuela de barrio ya han sido formados más de 30 jóvenes, y muchos de ellos consiguen desarrollar hoy su propio cine. Es el ejemplo de Moly Kane, realizador del cortometraje Moly que en 2011 fue proyectado en el Festival de Cannes y en el Fespaco (Festival Panafricano de cine y televisión de Uagadugú, Burkina Faso), motivo de orgullo y de éxito para todo el colectivo de Ciné Banlieue. También las películas L’Arme de Pape Bouname Lopy o Bijou de Charles Seck han participado en festivales internacionales como Image et Vie (Senegal), Clap Ivoire (Costa de Marfil), Festival International du Film d’Amour (Bélgica) o L’Inconnu Festival (Francia).
Las películas que se realizan en Ciné Banlieue hablan de historias cercanas y cuentan con un presupuesto muy bajo, ya que el material y los medios de producción son muy escasos. Los estudiantes empiezan aprendiendo sobre el principio de la escritura de guion, se reúnen, forman grupos, hacen talleres temáticos, escriben, retocan y salen a la calle a grabar. Tienen amigos que les prestan material, alquilan para asegurar lo mínimo y con eso realizan la película. El resultado es fruto de la pasión y la determinación, que es lo que M. Boye se empeña en enseñar a sus estudiantes.
Del 10 al 12 de diciembre el colectivo presenta su segundo “Banlieue Film Festival” (BFF), cuya primera la primera edición tuvo lugar en 2013, y a través del cual pretende mostrar al público las películas que se ruedan y producen en Ciné Banlieue y Ciné UCAD en su propio local. El objetivo principal es sencillo: visibilizar el trabajo de M. Boye y de los jóvenes que todos los fines de semana asisten a los talleres cinematográficos en la sede de Ciné Banlieue. Desde una perspectiva realista, se busca organizar algo modesto y adaptado a sus necesidades, pues ni el espacio de proyección es suficiente ni existe un presupuesto para emprender un evento más ambicioso. El programa de este año rinde homenaje a la madrina de la presente edición, la cineasta Khady Sylla, fallecida en 2013, cuya hermana, Mariama Sylla, presentará su película Une simple parole. Además, el festival contará con la participación de Ousmane Hubert Laba Ndao (autor de Dakar Trottoirs), y ofrecerá un programa de talleres formativos de interpretación, luz y sonido. Otra novedad de este año es la presentación de dos cortometrajes galardonados en su festival homólogo en Nairobi, el Slum Film Festival[i]. Este festival fue creado en 2011 en los barrios de chabolas de la capital de Kenia con el mismo objetivo que el Banlieue Film Festival: mostrar el cine hecho en los slums para dar cabida a la narración de historias propias de la periferia. El hermanamiento de estos dos festivales es el inicio de una colaboración que trata de extenderse en el tiempo y crear una sinergia entre jóvenes cineastas de Kenia y Senegal que pueda llegar a contagiar a otros puntos del continente.
Al fin y al cabo, el Banlieue Film Festival es una pequeña cita que visibiliza una gran lucha: abrirse camino en el sector cinematográfico en Senegal, país que ha estado a la cabeza en la historia del cine en África con realizadores como Ousmane Sembène (reconocido como el “padre del cine africano”), Djibril Diop Mambéty (primer director vanguardista del continente) o Safi Faye (primera mujer cineasta del África subsahariana). Desgraciadamente, hoy en día el país no sólo no dispone de escuelas de cine dignas de ese nombre, sino que ni siquiera las instituciones senegalesas apoyan este tipo de iniciativas que surgen de manera espontánea y altruista, a pesar de que acaben supliendo un papel que debería pertenecer al estado. Por todo esto, el duro trabajo de M. Boye es tan importante: encarna una especie de superhéroe cinematográfico que lucha sin medios para ofrecer a los jóvenes de su país una mirada distinta, acompañándola de esa capacidad de crítica y observación que demasiadas veces se pasa por alto en toda la educación reglada. Con Ciné UCAD y Ciné Banlieue, M. Boye consigue dar a sus estudiantes voz y herramientas para la expresión, con el objetivo de que lleguen a ser escuchados a través de relatos de sus barrios y vidas, y consiguiendo, de esta manera, abrir la periferia al mundo.