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Samuel Bazawule (Ghana, 1982), más conocido como Blitz, es uno de los nombres más prominentes del hip hop africano. Comenzó a consolidarse en el mundo de la música una vez instalado en los Estados Unidos, adonde se había mudado para continuar sus estudios. Basado entre el barrio de Brooklyn y su Accra natal, los sonidos urbanos que inundan las dos capitales están consolidados en sus álbumes. Y esa combinación tan personal de hiphop al más puro estilo neoyorkino con afrobeat y highlife o hiplife ha llegado a su punto culminante con ‘Diasporadical’. También su discurso político, que va volviéndose más presente y también afinado. Hablamos con el artista a principios de este mes con motivo del lanzamiento de LP.
Felicidades por el último álbum. Salió hace solo unos días pero, si no me equivoco, ya se había presentado en Accra, ¿es así?
Sí, fue una escucha del álbum, lo hago cada vez que saco un nuevo disco. Lo llevo primero a Ghana para dar a mi gente la oportunidad de escucharlo en primer lugar.
¿Cuál fue la reacción de la audiencia?
Fue fantástica, mucha gente, muchas críticas positivas. La espera valió la pena.
Y eso que solo han pasado dos años desde que se editó el disco anterior, ‘Afropolitan Dreams’.
Sí, dos años, pero habitualmente saco un álbum cada año o año y medio. Este es probablemente el que más he tardado en editar desde que empecé a publicar. Siempre hay algún proyecto de por medio, aunque sea un EP. Esta vez decidí tomarme mi tiempo y concentrarme en el trabajo.
También has estado viajando de un lado a otro, en Estados Unidos, en Ghana; también bastante en Brasil, ¿no es así?
Sí. De hecho, mientras trabajaba en el proyecto, estuve viajando por 15 países. Ha sido muy estimulante.
‘Diasporadical’ es el nombre de este álbum. «Diáspora radical», ¿de qué se trata, exactamente?
La idea detrás de ‘Diasporadical’ es que, independientemente del lugar donde se encuentra, nuestra diáspora africana está de alguna manera conectada siempre a través de la espiritualidad, de la música, del arte. Esto es una noción radical, pues si fuéramos completamente conscientes de ello, podríamos estar más comprometidos en lo político y lo social y resolver nuestros propios problemas. En cualquiera de los sitios en los que he estado por el mundo, allí donde hay una gran concentración de afrodescendientes, ya sean afroamericanos, afrobrasileños, afrocolombianos, etc. nos encontramos en una posición similar. Y creo que el problema es que no hemos encontrado aún una manera de conectarnos unos con otros y formar una verdadera coalición.
¿Por qué crees que es así? ¿Es por la frontera que impone el idioma? ¿Por desconocimiento de la realidad del otro?
Creo que es una combinación de varias cosas. Y una más específica es que Europa se ha asegurado de que la comunicación entre nosotros sea difícil. En Brasil hay unos 90 millones de afrobrasileños que hablan portugués, y hay otros 30 millones de ‘afrolatinos’, en Colombia, Venezuela, etc, pero todos hablan español. Subes y tienes unos 30 millones de afroamericanos que hablan inglés. En ese hemisferio hay poca comunicación, poco entendimiento, conexión. Si vienes a África verás lo mismo. Yo vivo en Ghana. La mayoría de los ghaneses nunca han estado en Togo, Costa de Marfil o Burkina, los países que la rodean. ¿Por qué? Porque tienen miedo del idioma, no saben hablar francés.
Pero creo que es bastante ridículo, en pleno siglo XXI, dejar que las lenguas sean una barrera de ese tipo. A mí la música, como lenguaje universal que es, me da la posibilidad de comunicarme con gente más allá del idioma. Realicé el corto para Diasporadical con esa idea: aunque no entiendas las palabras, basta con seguir las imágenes para llegar a comprender. Es un proyecto algo pesado, pero creo de verdad que es importante que alguien lo haga. No tiene sentido que vivamos en el siglo XXI y sigamos cargando con los problemas del siglo XIX.
¿Ese concepto se encontraba ya en tu álbum anterior, ‘Afropolitan Dreams’? Por aquello del Afropolitanismo…
Bueno, con aquel álbum era de hecho la primera vez que viajaba en el verdadero sentido de la palabra. En un periodo muy corto, unos dos años, acabé viajando a unos 35 países. Esto fue para mí una experiencia alucinante, yo no había salido de Ghana hasta que tenía 18 años aproximadamente. Con ‘Afropolitan Dreams’ estaba procesando en tiempo real lo que me estaba ocurriendo, personalmente, y también lo que observaba en la diáspora.
Es importante ser muy claros: el mundo es muy grande y hay mucha gente que está pasando por las mismas dificultades, independientemente del color, el sexo, la raza, el signo político, la religión… pasamos todos por situaciones parecidas. Mi punto de interés son los africanos, por supuesto, porque yo mismo soy africano, y para mí es importante llevar a cabo mi papel. Pero mis fans tienen todo tipo de forma, color, ideas… y eso también es importante.
Si África no está bien, da igual a donde vayamos: tampoco nosotros estaremos bien.
Creo que a veces menospreciamos la manera en la que internet ha transformado la forma en la que nos conectamos. Solemos olvidar que hace poco más de diez años, sin la importancia actual de internet en nuestras vidas, no sabíamos mucho sobre los afrobrasileños, por ejemplo. A lo mejor habías visto «Orfeo Negro» o «Ciudad de Dios«, pero en principio, sabías poco. Y hoy en día tengo algo más de 1000 seguidores de Brasil, a los que también sigo en Instagram, y tengo la posibilidad de ver en tiempo real discusiones sobre lo que los africanos viven en Brasil, sus elecciones, su estética, ideas, sueños,… todo ese tipo de cosas, que también ejercen una influencia sobre mí mismo. El vídeo ‘Trilogia’ gira en torno a ideas como el candombé o la espiritualidad yoruba. Antes yo ni siquiera sabía que Brasil albergaba tantas religiones de origen africano.
Así que ‘Diasporadical’ es una clara continuación de ‘Afropolitan Dreams’, que era como una introducción personal a ese mundo de la diáspora, mientras que la pregunta actual es: ¿qué puedo hacer ahora que me han introducido?
¿Y dónde se encaja Native Sun? En el single que lo cierra dices: «Volvamos al Sol Nativo al que pertenecemos«. Es un mensaje algo diferente, ¿no?
Todos mis álbumes son como un viaje personal, ocurren en tiempo real, mientras los escribo. No soy de aquellos artistas que componen fuera de su realidad, pues creo que esa es la forma de capturar un feeling fuerte del momento y de que luego tenga una resonancia en la gente. Fue eso lo que hice con ‘Native Sun’. Había llegado a América lleno de esperanzas y sueños y me había dado cuenta, como muchos otros inmigrantes, de que este no es un lugar que te recibe con los brazos abiertos. Más bien, te saca toda la energía y, al final, estás aquí para cumplir la agenda de otros. El sentimiento que tenía cuando estaba componiendo era: «no, tengo que volver a mi país, desde allí podía empezar a construir algo».
Una vez que comencemos a conectarnos entre nosotros, construir, crecer y sanarnos los unos a los otros, creo que podemos ser un valor positivo y para el mundo.
Para cualquier persona es importante sentir que tiene una tierra que es el centro. Para los africanos desplazados alrededor del mundo, África es ese hogar. Si África no está bien, da igual a donde vayamos: nosotros tampoco estaremos bien. Toda esa cantidad de inmigrantes que están llegando a Francia o España, de hecho, están huyendo el problema que supone África; pero para mí la mejor opción es quedarse en el continente para construirlo. Si no lo hacemos, dejamos que Europa o China continúen explotándolo. Esa es la idea que subyace a ‘Native Sun’: ahora que he visto todo esto, ¿cómo puedo volver a casa y tener un impacto positivo allí? Comencé a montar instituciones, yendo más allá de la música. Lanzamos African Film Society en Ghana, por ejemplo, un proyecto que permite a los artistas presentar guiones, encontrar financiamiento, etc.
Es importante porque, si no lo hacemos nosotros, nadie va a hacerlo. La imagen que se ha dado de África ha sido siempre negativa. Cada vez que se habla del continente o se hace una película sobre él es sobre guerra, hambre, etc. Tenemos que empezar a comunicar algo diferente. Algo real, no simplemente una imagen perfecta tampoco, sino una imagen humana. En cualquier lugar del mundo hay problemas. He estado en España varias veces, también en Portugal, y lo he visto. La diferencia es que la imagen que se ha dado de África es unilateral y eso impide tener una idea completa y compleja como ocurre con otros lugares como Inglaterra o Estados Unidos.
Tu primer álbum ‘Stereotype’ había sido bastante «clásico», si puedo utilizar esa palabra. Y entonces, de repente, apareció Native Sun, un álbum increíble, tan rico desde el punto de vista sonoro, un cambio de rumbo musical de 180 grados.
Tengo que remitirme a esa idea de lo que estaba viviendo por aquel entonces. Como migrante, la prioridad es adaptarse. Es natural, cuando llegas a un lugar, lo último que quieres es quedarte fuera. Por eso Stereotype era un hiphop muy clásico, yo solo quería estar en la línea de Mos Def o The Roots, que eran mis héroes en aquella época. Eso, hasta que llegas a un punto en el que te das cuenta de que no estás siendo tú mismo, auténtico, de que has suprimido una parte de ti para poder entrar. Ahí fue cuando el cambio se produjo. Hacer ‘Native Sun’ fue decir: voy a abrazar mi identidad. Me encantan Public Enemy, pero si no pongo al mismo nivel a Fela Kuti, Manu Dibango, Miriam Makeba, Salif Keïta, no estoy siendo yo mismo.
Volviendo a esos días, al principio de haber llegado a Estados Unidos, en la canción ‘Success’ del tercer álbum dices: «Tratan a los raperos africanos diciendo: no entras aquí«. ¿Te refieres a la escena rap, a los músicos, a la industria, la audiencia?
Creo que estaba haciendo referencia a todo eso. Estados Unidos es un país muy nacionalista y también centrado en los barrios. Si, por ejemplo, soy de Nueva York, solo me gustan los raperos de Nueva York. Los raperos de la Costa Oeste no escuchan a los raperos de Nueva York, y estos no escuchan a los raperos de Atlanta, por ejemplo. Para mí era una locura: no solo son nacionalistas y de su barrio, sino que encima no saben nada del resto del mundo. Cuando traje elementos africanos al hiphop, los americanos no conseguían situarse, ni siquiera sabían de dónde venía el sonido. Les llevó mucho tiempo entenderlo. Y aquí tengo que volver a alabar internet por habernos permitido comunicarnos con otros sitios, mostrar lo que es realmente Nairobi o Johannesburgo, más allá de las noticias de CNN o los documentales de National Geographic. Hoy en día hay muchos más artistas africanos conocidos a nivel mundial, las cosas están cambiando a mejor.
También colaboras mucho con otros músicos africanos, pero tengo la impresión de que son más bien artistas de la diáspora y no tanto de África y que vivan en el continente.
Colaboro con cualquiera con quien siento una conexión, intento hacerlo siempre que puedo. A veces puede ser alguien del continente, como en este álbum con Manifest, que vive en Ghana, o Tumi, que está principalmente en Sudáfrica. Pero claro, al viajar tanto, la mayoría de la gente con la que me tropiezo son de la diáspora africana. Pero mi objetivo es siempre trabajar con gente que sean de mi mismo calibre y tengan la misma visión del arte.
¿Te consideras un panafricanista?
Sí, lo soy, aunque cada uno tiene su propia definición del Panafricanismo. No me gusta ponerme etiquetas para definir mi posición. Soy un humanista, por supuesto, me preocupa lo que hacemos en este planeta, porque eso nos afecta a cada uno de nosotros. Pero creo que los africanos han sido explotados de una manera muy injusta desde que se tiene registro de la Historia. Y se tiene que hacer algo al respecto. Ese es mi trabajo, decir «como africanos, ¿qué es lo que podemos hacer?». Una vez que comencemos a conectarnos entre nosotros, a construir, crecer y sanarnos los unos a los otros, creo que podemos ser un valor positivo y para el mundo.
En este momento no estamos maximizando quienes somos. África, el continente más rico del mundo pero en el que casi todos son pobres: no tiene sentido para nadie que piense con un poco de lógica. Tenemos que poner fin a la explotación, a la interna y también sobre todo a la externa. Se necesita una consciencia de la gente, una comprensión del poder y la riqueza que tenemos. No hemos tenido muchas oportunidades para hacerlo desde las independencias, que comenzaron en los años 60. Mi trabajo es poner eso en valor. Llámalo como quieras, Panafricanismo, por ejemplo. Lo importante para mí es saber cuál es mi trabajo y mi compromiso.
El proyecto African Film Society es parte de ese trabajo entonces. Dime si me equivoco, tienes una formación artística.
No, pero soy también artista visual. Empecé como artista visual, entré en la música y ahora hago cine.
¿Fuiste tú quien diseñó la portada de Diasporadical?
Sí, siempre hago mis propios diseños.
Estás implicado en muchas fases de la producción: diseño, comunicación en redes sociales, en las que estás muy activo, videoclips. Aparte de AFS, tienes proyectos específicos fuera de la música para el futuro?
¡Sí! De hecho estoy trabajando en la producción de un show televisivo, basado en el continente. Es la razón por la que empecé con African Film Society, porque creo firmemente que contar historias a partir de lo visual es una gran ventaja para nosotross, africanos, y por desgracia no controlamos la mayor parte de lo que se produce. Nosotros hacemos una cosa que se llama «Classics in the Park«, por ejemplo, vamos de parque en parque proyectando al aire libre películas africanas clásicas de los 50 y los 60, películas que la mayoría de la gente ni sabe que existen.
Todas mis capacidades trabajan juntas; me implico en el diseño de los logos y demás, de manera que la comunicación tenga una consistencia. Es importante que nos invistamos en producir nuestro trabajo con una calidad superior, como africanos, y no solo para que el mundo que está fuera lo vea, sino para nosotros mismos. Tenemos que vernos al mismo nivel, igual de importantes y bellos. En el vídeo ‘Trilogia’ verás que en gran medida está enfocado en la belleza. Creo que no se pueden encontrar muchas grabaciones hechas en el continente que simplemente puedes definir como «bellas». Necesitamos más imágenes llenas de belleza que reflejen lo que somos y también instituciones que apoyen en este sentido.
En este momento estamos patrocinando un concurso de guiones, con la idea de dar la oportunidad a los guionistas de ver sus trabajos en la pantalla. Las bases del cine son los guiones y los guionistas necesitan una plataforma para producirse. Yo tomo el poco de poder y de contactos que tengo y los invierto para intentar expandir ese potencial, de manera que sea beneficioso para la gente. Por supuesto, aunque soy el director de estas iniciativas, trabajo con un equipo fantástico en Ghana que son quienes hacen posible que todo esto suceda.
Ahora que mencionas los guiones, ‘Diasporadical’ parece algo así como el guión de una película, con varios actos y demás, como una historia.
Sí, así es. Cuando estaba en la universidad estudié algo de teatro, eso me ayudó por una parte a moverme encima del escenario, como músico, pero también me enseñó a crear un arco en una historia, hacer que tu protagonista pase por tribulaciones que tendrá que resolver al final. Es de hecho la manera en la que concebí ‘Diasporadical’.
¿Y ya pensaste en la producción musical?
Claro. Lo bueno de hacer películas es que necesitas música. Estas realizaciones emplean a músicos locales. Se trata de una red muy amplia de oportunidades. Es algo en lo que voy a centrarme en 2017.
¿Tendremos la oportunidad de verte en directo por Latinoamérica y España en 2017?
¡Sí! La última vez que estuve en España fue en Womad y en Pirineos Sur. Estuve hace poco en México, pero por ahora nunca he estado en el resto de Hispanoamérica y me gustaría muchísimo. Estaré de gira en verano y espero que sea posible hacerlo.
Lo esperamos también. Muchas gracias. Como decís en twi: Me daa se.
Me daa se!