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cultura africana contemporánea

Los mejores discos africanos de la década

La redacción de Afribuku se despide de la década con una selección de los mejores momentos musicales africanos de estos diez últimos años. Una lista hecha, por supuesto, con total subjetividad y que se fija en la calidad y la innovación de las propuestas:

Y así, volando y sin mirar atrás, se nos escapa entre los dedos la segunda década de los 2000. Diez años plagados de grandes momentos musicales, que demuestran que la creatividad de los músicos está tan en forma como en decenios anteriores. En lo que al continente africano se refiere, hemos vivido un cambio de 180 grados de la industria musical. El boom de la world music y de las discográficas extranjeras que producían artistas desde sus países para promocionarlos ha llegado a su fin. Excepto escasos ejemplos como Glitterbeat o Buda Music, las grandes casas discográficas han cerrado sus secciones “étnicas” y los sellos especializados que reinaron durante los últimos 30 años han vendido su catálogo o cerrado sus puertas. El futuro es Youtube, verdadera plataforma de difusión musical del continente africano en la actualidad, y el single, su mesías. Aún en esta tesitura, se han editado excelentes LPs durante esta década que ahora nos deja.

Hay una predominante presencia de África Occidental, especialmente de Malí, respecto a otras zonas del continente. Parece que el manantial infinito que brota del país saheliano no se agota, ofreciendo una visión completamente actual de lo que significa la variedad de tradiciones dentro de un mismo territorio. El hecho de que el mercado de producción discográfica de África Occidental de artistas de renombre esté basado en el público extranjero, facilita sin duda que el formato de LP sea más mayoritario que en otras zonas del continente, en donde el single arrasa vía streaming y MP3.

La lista que elaboramos es por tanto una lista de LP´s editados como tal, dejando de lado los singles, formato que ha tenido gran éxito en África durante toda esta década. Aquí presentamos el resumen de lo que ha supuesto esta década, intentando cubrir diferentes estilos y zonas geográficas del continente, para ofrecer una visión global de estos últimos años. Elaborada entre todo el equipo Afribuku, de manera obviamente subjetiva, nuestra lista de mejores discos de la década:

 

1. ALI «FARKA» TOURÉ, TOUMANI DIABATÉ : «Ali & Toumani» (Malí, 2010) – World Circuit

¿Es posible superar una obra de arte atemporal como “In the Heart of the Moon? Nick Gold, el capo de World Circuit, lo tenía difícil, pero quería rendir homenaje a su amigo e ídolo Ali Farka Touré tras su fallecimiento en 2006, dejando un hueco en la música saheliana que aún nadie ha sabido llenar. Tomó las cintas de lo que hubiera sido la vuelta de tuerca de “In the Heart of the Moon” y tras muchas vueltas, las publicó. Si su predecesor estaba centrado en la música bambara (cuya tradición conocían a la perfección tanto Diabaté como Touré) con algunas concesiones al cancionero de Touré, en “Ali & Toumani”, el peso musical se muda hacia el norte de Malí. Un mayúsculo Toumani Diabaté se rinde esta vez a la música Songhai de Touré entregando otro trabajo inclasificable. Poco se puede añadir a esa kora y esa guitarra, esta vez acompañadas por el exquisito bajo de Cachaíto López. Música eterna ejecutada por dos verdaderos pozos de sabiduría. Sin duda, un pináculo de la música africana. Número uno no sólo como homenaje al gran maestro si no como obra de arte perenne.



2. TAMIKREST : «Adagh» (Malí, 2010) – Glitterbeat

El rock Tuareg o, más bien, la música tuareg con guitarras eléctricas, ha vivido su particular boom durante estos años. La gran influencia de los padrinos Tinariwen en toda una generación de nuevos músicos ha sido palpable en el gran número de discos editados utilizando y reinventando su fórmula. Tamikrest destacaron rápidamente entre toda la pléyade de músicos tuaregs. ¿La razón? “Adagh”. El disco debut en la escena internacional del combo maliense-argelino es, simplemente, la mejor colección de canciones que se han grabado dentro del estilo. Guitarras afiladas marca de la casa, ritmos hipnóticos y letras políticas reivindicando la independencia del estilo de vida tuareg y del Azawad. Han editado cuatro discos más de gran calidad, pero “Adagh” les ha valido ya un puesto en la cima de la música tuareg contemporánea.




3. CHEIKH LÔ – «Jamm» (Senegal, 2010) – World Circuit

Cheikh Lô ha redirigido su carrera artística en esta década hasta ser considerado uno de los artistas más respetados de todo el continente. Tras unos inicios discográficos algo enredados, Lô cambió su registro dejando de lado el mbalax y el afrobeat para lanzarse a producir sus canciones de una manera más desnuda y acústica. “Jamm” marca el inicio de la nueva etapa, que continúa hasta nuestros días. Canciones como “Sankara”, “Jamm”, la afrocubana “Seyni”, “Folly Cagni” o ese himno absoluto que es la revisión “Il n´est jamais trop tard”, original de Bembeya Jazz National, consiguieron que Cheikh Lô se incorporara al Olimpo de los músicos africanos contemporáneos, gracias este LP a y su continuación. el también excelente “Balbalou”. Un álbum para ponernos la sonrisa en la cara.


 

4. BLITZ THE AMBASSADOR : «Native Sun» (Ghana, 2011) Jakarta Records

El segundo LP de Blitz Bazawule fue un giro completo en su carrera y tuvo el mérito de cristalizar aquello que muchos raperos africanos estaban tratando de conseguir, desde hacía algunos años, con más o menos acierto: fusionar el hiphop con las tradiciones musicales en sus beats y melodías. “Native Sun” es un verdadero viaje sonoro por África Occidental y, sobre todo, por los ritmos del Golfo de Guinea. Las pistas, potentes, están separadas a veces por interludios cargados de emotividad y que nos sumergen en una atmósfera casi cinematográfica, con las letras funcionando como hilo narrador. En sus posteriores trabajos, el ghanés ha seguido explorando y puliendo esta vía, de manera deliciosa, pero elegimos “Native Sun” por su papel fundador y por el carácter épico que tiene desde el primer minuto.


 

5. BOMBINO : «Agadez» (Níger, 2011) – Cumbachancha

No es probable que Tinariwen supieran en sus inicios el impacto que iban a suscitar en la juventud tuareg. La música, normalmente en manos de las mujeres, podía ser moderna y tocada por hombres por lo que cientos de jóvenes aprendieron a tocar la guitarra imitando a sus héroes. Omara Moctar, Bombino, fue uno de ellos. Nacido en la provicia nigerina de Agadez, Bombino destacó rápidamente entre sus amigos músicos debido a su virtuosismo. Dedicado al turismo y a tocar en bodas, fiestas y bautizos, el sello Cumbancha decidió darle una oportunidad grabando su primer disco en su propia ciudad, Agadez, y Bombino la aprovechó. “Agadez” es un torbellino de riffs y solos imponentes y arrolladores con una sección rítmica seca y contundente. Las limitaciones vocales de Bombino no son un problema cuando su música suena como un cohete cruzando el Sáhara. El resultado fue tan impactante que Bombino se ha convertido en uno de los iconos culturales de Níger y en menos de diez años ha recibido nominaciones a los Grammy, giras mundiales en grandes festivales del mundo y una carrera inmaculada. La escucha de “Agadez” supone tragar polvo y achicharrarse en el desierto (incluso más, en su edición limitada con las cuatro últimas joyas acústicas)


 

6. FATOUMATA DIAWARA : «Fatou» (Malí, 2011) – World Circuit

El fenómeno que ha representado Fatou Diawara ha sido sin duda uno de los más mediáticos de esta década. Su carrera como músico se desarrolló en un segundo plano al de corista y algunas canciones sueltas debido a su éxito como actriz en su Malí natal, hasta que su benefactora Oumou Sangaré la recomendó a World Circuit. En el sello inglés sugierieron a Diawara grabar versiones acústicas, acentuando el esqueleto de sus canciones y su propia voz. El disco fue el gran último éxito de World Circuit y ha aupado a Diawara a la elite de la música mundial, en la que representa a toda una nueva generación de artistas femeninas comprometidas políticamente y demostrando su propia sensibilidad. “Fatou” está plagado de grandes momentos con canciones redondas como “Makoun Oumou”, “Wililé”, “Alama”, “Kanou” o “Clandestin” en las que su voz, su guitarra y unos arreglos deliciosos hacen de este álbum un trabajo cuya calidad no fue igualada por su sucesor, “Fenfo”.


 

7. TCHEKA : «Dor de Mar» (Cabo Verde , 2011) – Harmonia

Pese a su reducida población, Cabo Verde posee una de las escenas musicales más vivas del continente. Durante esta década hemos podido disfrutar de grandes artistas en plena forma como Mayra Andrade, Elida Almeida o Sara Tavares además de el revival de ese ritmo endiablado llamado Funaná. De toda esta excelente cosecha destacaremos el cuarto trabajo de Tcheka, Dor de Mar, un disco en el que la voz del caboverdiano, su guitarra sorda y su mezcla de ritmos de las islas como el batuku, el finason, la tabanka, la morna o la coladera nos transmite una sensación de reposo y al mismo tiempo melancolía que nos llena el alma de manera inmediata. Las excelentes melodías que acompañan a temas como la inicial “Kriadu Assim”, “Antuneku”, “Moça de Classe” o la hispana “Madalena” invitan a quedarse en esa zona cálida que crea “Dor de Mar” para el oyente.


 

8. JANKA NABAY AND THE BUBU GANG : «En Yay Sah» (Sierra Leona, 2012) – Luaka Bop

El bubú es un estilo musical oriundo de Sierra Leona muy difícil de definir. Sus antiquísimas raíces preislámicas se pierden en el tiempo; lo que para un oído profano parece casi futurístico, para Janka Nabay era simplemente la música de sus ancestros. Recientemente fallecido, Janka Nabay consiguió lo que para muchos músicos es una quimera, actualizar su música popular y modernizarla sin caer en el ridículo de las modas del momento. “En Yah Sah” es un trabajo de los que enganchan, sus enloquecidos ritmos, guitarras, teclados, vientos y coros son como una locomotora en marcha a la que te subes con facilidad, pero de la que es difícil bajarse. Encima de una instrumentación absolutamente demencial, encontramos la inconfundible voz nasal de Janka Nabay que nos guía entre tanto laberinto rítmico a través del viaje fascinante que supone este gran trabajo que es “En Yay Sah”. Si quieres un chute de energía, este es tu disco.





9. ART MELODY : «Wodgog Blues» (Burkina Faso, 2013) – Akwaaba Music / Tentacule Records

Porque el hip hop puede ser tradicionalista y rural, Art Melody nos sorprendió con “Wodgog blues”, un disco en el que su flow seco y directo y sus letras reivindicativas se unían a instrumentos y cantos tradicionales Mossi de Burkina Faso. Un álbum que funciona como un todo y que situó a Art Melody como la punta de lanza de un hip hop que no siempre tiene que mirar al otro lado del charco para expresarse y entregar grandes obras.


 

10. DHAFER YOUSSEF : «Birds Requiem« (Túnez, 2013) – Music on Vinyl

Hijo de un almuédano en un pueblo de Túnez, Youssef confiesa haberse interesado por el jazz cuando frecuentaba la escuela coránica. Birds Requiem es la conclusión perfecta de todas las influencias que el artista ha ido desarrollando durante las dos últimas décadas. Maestro del laúd y dotado de unas cualidades vocales únicas que funcionan como instrumento, el músico tunecino dirige a una banda de jazz, que nos traslada a lo más profundo de los cantos sufíes. Una obra que más que un álbum al uso funciona casi como una sinfonía orquestal con una unidad conceptual coherente.


 

11. MAMADOU KELLY : «Adibar» (Malí, 2013) – Clermont Music

La música songhai sigue en una forma envidiable. Durante esta década hemos disfrutado de excelentes trabajos de Samba Touré, Anansy Cissé, Vieux Farka Touré o Oumar Konaté todos ellos candidatos a liderar lo mejor de la década, pero ha sido el debut discográfico de el lugarteniente más “tapado” de Ali Farka Touré el que ha reclamado su sitio. Mamadou Kelly fue siempre un secundario, sin el carisma de Samba Touré, de Afel Boucoum o de Hamma Sankare, por lo que nadie esperaba que lanzara una colección de canciones tan redondas en su paso adelante en solitario. “Adibar” funciona como un verdadero Grandes Éxitos del género, en el que no sobra ni un segundo en su minutaje. Sus tres trabajos posteriores gozan de gran calidad, sobretodo “Politik” de 2017, pero será difícil que algún músico songhai pueda alcanzar lo realizado “Adibar”. Música tradicional songhai en su máxima expresión.


 

12. ALSARAH & THE NUBATONES : «Slit» (Sudán, 2014) – Wonderwheel records

Alsarah fue una de las grandes figuras emergentes de esta década que nos deja. Su participación en el interesante The Nile Project dejó el camino abierto para su propuesta que cristalizó en un excelente disco debut “Slit” y su continuación, el también brillante “Manara”. La premisa de “Slit” parte de la recuperación y modernización de las Canciones de Retorno, tonadas escritas por los expulsados de la ribera del Nilo tras la construcción de la presa de Asúan. El resultado es espectacular. La versátil y personalisísima voz de Alsarah encaja a la perfección con el magnífico grupo de músicos que forman The Nubatones. Música que necesitaba ponerse en valor de la manera más respetuosa y creativa posible, y “Slit” devuelve la voz y dignidad de la mejor manera posible.


 

13. AZIZA BRAHIM : «Soutak» (Sáhara Occidental, 2014) – Glitterbeat

Aziza Brahim es sin duda una de las artistas más internacionales de ese pedacito de tierra olvidada que es el Sáhara Occidental. Su trayectoria musical cuenta ya con cinco álbumes, (ojo a su última referencia “Sahari” con influencias electrónicas) pero fue su tercera referencia “Soutak” en la que confluencia de música haul, melodías y riffs desérticos nos conquistó. Un álbum plagado de gemas con melodías pegadizas y ritmos hipnóticos y una producción impecable que supuso el salto de Aziza Brahim al circuito internacional.

 

14. BOUBACAR TRAORÉ : «Mbalimaou» (Malí, 2014) – Lusáfrica

La dilatada carrera de Kar Kar Traoré nos ha dejado inolvidables trabajos discográficos, desde su “Mali Twist” hasta la actualidad han pasado más de 50 años. Desde su “redescubrimiento” en los 90´s ha entregado nueve excelentes álbumes y “Mbalimaou” es una de sus cimas creativas. Siendo uno de sus discos más variados y completos, Kar Kar supo sintetizar ya no sólo sus numerosas influencias si no de músicas ajenas de su propio país, Malí. Desde revisiones de sus propias canciones (“Mariama”) de clásicos (“Sagnon Moni”) o temas nuevos de la calidad de “Dunia Djanjo”, «Sina Mousso Djongou” o “Bembalisa”. Una obra atemporal de un gigante de la música de Malí.


 

15. KASAI ALL STAR : «Beware the Fetish« (RD Congo, 2015) – World Circuit

La música congoleña continúa siendo un pozo profundo del que investigar. Su incesante producción nos ha dejado grandes sorpresas (Steff Benda Bilili, Jupiter & Okwess, Mbongwana Star, Baloji, Bantou Mentale) pero quizá la más interesante ha sido la propuesta entregada por Kasai All Stars dentro de la serie “Congotronics”. Quizá porque su música nos toca en lo más profundo de nuestro género humano y nos retrae a tiempos inmemoriales en los que la música era mucho más que entretenimiento, “Beware the fetish” infunde respeto. Hay mucho de Konono nº1, sin duda, pero su música suena ancestral y futurista simultáneamente, como si las reglas físicas del tiempo no fueran con ella. Arreglos eléctricos y electrónicos que enriquecen una invitación a dejar el mundano plano terrenal y pasarnos a otras dimensiones desconocidas.


 

16. AYUB OGADA : «Kodhi» (Kenia, 2015) – Long Tale Recordings ‎

Nos llegan pocos LPs de África Oriental, si dejamos Etiopía de lado. Kenia escucha música, sobre todo congoleña, sudafricana y tanzana, pero desde los tiempos de la benga, no se realizaban muchas grabaciones hacia el mercado internacional. Ayub Ogada, era un actor y músico, especializado en la nyatiti, instrumento parecido a la lira griega, que se sumó a la línea musical que supuso la influencia de Brian Eno y Peter Gabriel en África con artistas como Geoffrey Oryema o Wasis Diop. Música tradicional inspirada en el ambient y rozando pero no abrazando (menos mal), el new age. “Kodhi” fue su último álbum antes de fallecer en 2019. En el colabora Trevor Warren, generando una producción a lo Daniel Lanois con texturas y cantos en los que la nyatiti destaca por sus pasajes oníricos y relajantes. “Kodhi” supone un broche de oro para la escasa pero brillante carrera artística de Ayub Ogada.


 

17. SMADJ : «Spleen« (Túnez, 2015) Jazz Village

En el año 2000 demostró al mundo que el suyo es un instrumento actual y versátil. El franco-tunecino Jean Pierre Smadja no ha parado de publicar desde entonces verdaderas joyas acompañado por su laúd electrónico, aventurándose por derroteros musicales siempre nuevos, en cada álbum. El resultado es una discografía extremadamente rica y heterogénea. Es difícil, pues, quedarse con uno solo de esos discos. Por su belleza indiscutible, por la calidad de los músicos invitados, este álbum dedicado a a todas las variedades de la nostalgia es un colosal indispensable.


 

18. ELOM 20CE : «Indigo» (Togo 2015) – Asrafo Recordz

El hiphop ha encontrado una resonancia particular en África como el estilo que mejor vehicula la denuncia política (dejando de lado, claro, esa escena mainstream superficial que existe un poco por todo el mundo). Sin embargo, no son muchos los raperos establecidos en el continente capaces de crear un contenido comprometido y, a la vez, atender a la calidad del resultado en términos de producción musical. El togolés Elom 20ce lleva haciéndolo más de una década, a riesgo de su propia integridad física. Su segundo álbum de estudio, “Indigo”, tiene unas letras agudas, llenas de intuición y de rabia, una producción cuidada al detalle, y explora vías incorporando influencias musicales tan variadas como el agbadja tradicional o el blues y el jazz. Un disco que pasará a los anales del rap africano por su sustancia y originalidad.


19. BLICK BASSY : «Akö» (Camerún, 2016) – No Format!

En 2016 el artista camerunés Blick Bassy nos atrapó con un disco inagotable, el segundo de su carrera en el que el bluegrass y el country ejercen una gran influencia. Composiciones innovadoras que el artista entrelaza con su voz delicada, coros y con una selección de instrumentos en total sintonía. Una propuesta musical que de repente lo han situado entre los músicos contemporáneos africanos a tener en cuenta en los próximos años. Este mismo año lanzó el disco 1958, que parece más una secuela de Akö pero que carece de la misma creatividad de este disco.

20. NÁSTIO MOSQUITO : «Gatuno Eimigrante & Pai De Família» (Angola, 2016) ZZZZZZ

Aunque absolutamente singular, su música está pasando desapercibida en favor de su faceta de performer y artista visual. Nástio Mosquito recupera muchos de sus singles para sus instalaciones, donde algunos han llegado a conocerlos, pero lo atrevido de su propuesta musical merece que nos detengamos a escucharla con más atención y, también, algo de exclusividad. Una combinación improbable de estilos, pero sorprendentemente lograda, que en algunos casos solo un oído concentrado y conocedor llegará a descubrir. Los ritmos más “típicamente” angoleños, como el semba o la kizomba, son destilados e introducidos en la base de unas músicas con reminiscencias múltiples e interminables, desde el pop o la electrónica de los 80 hasta el blues o jazz. Les insufla alma el soplo divino de la voz del artista, con una asombrosa capacidad interpretativa, entre dramática e histriónica. Este segundo álbum, parte de una trilogía que aún no ha sido cerrada, es elegante y lúcido, y viene respaldado por una serie de vídeos producidos por Geraçâo 80, con el bailarín contemporáneo António Sande como protagonista.

21. STUDIO SHAP SHAP : «Chateau I» (Níger, 2016) – Autoeditado

Níger no es un país especialmente célebre por su carácter experimental, pero en ocasiones surgen propuestas que nos cuesta contextualizar en su tradicionalista sociedad. Tenemos los teclados de Mammane Sani, las guitarras de Bombino y ahora el ambient de Studio Shap Shap. El grupo basado Niamey está compuesto por un all-star de músicos locales, Oumarou Amadou, Seyni Halidou, Harouna Abdou y el tristemente fallecido Boubacar Siddo Diallo uniendo sus fuerzas con músicos del Chad y Laetitia Cécile, arquitecta del sonido del grupo. Texturas low tempo, teclados minimalistas, percusiones mastodónticas y detallistas y melodías sahelianas unidos al servicio de una música que respira y suda según la escuchamos. Grabado en directo bajo una cabaña de paja, “Chateau I” significa un verdadero viaje al corazón del Sahel a través de músicas que si bien parecían imposibles de convivir, ahora construyen un oasis refrescante en pleno desierto.

22. 3MA : «Anarouz» (Madagascar, Malí, Marruecos, 2017) – Mad Minute Music

La unión de tres instrumentos tradicionales de cuerda, el oud, la kora y la valiha de tres países, Marruecos, Malí y Madagascar de mano de tres maestros, Driss el Maloumi, Ballaké Sissoko y Rajery, potenciando lo que ya mostraron en su álbum de 2008. Un disco de música tradicional, con todo lo positivo que ello implica. Melodías, ritmos y pasajes oníricos para bucear hasta el infinito y perderse sin ganas de encontrarse. Un excelente álbum de instrumentos de cuerda, ejecutado con una técnica y sensibilidad de un grupo de maestros que ha creado un lenguaje propio para transmitir música atemporal y universal.

23. SHANE EAGLE : «Yellow» (Sudáfrica , 2017) – Eagle Entertainment

El hip hop sudáfricano es una gran industria plenamente desarrollada que genera singles y LP´s sin parar. Artistas como Kwesta, K.O, Black Coffee o AKA, han copado las listas de éxitos esta década, pero nuestro álbum del género ha sido el descarado debut de Shane Eagle. “Yellow” venía precedido por singles que avisaban de lo que podríamos encontrarnos en el primer largo del artista. Hip hop downtempo con influencias del trap y gqom en los cambios rítmicos y letras reivindicativas desde lo personal y lo que significa ser rapero en Sudáfrica. Un excelente trabajo regado de grandes canciones como “Let it Flow”, “Empty Highways», “Aliens x Convos with God”, “Strange” o la propia “Yellow”.

24. TONY ALLEN – «The Source« (Nigeria, 2017) – Blue Note

El maestro Tony Allen ha vivido su década de los 70 años de una manera intensa. A su prolífica carrera como batería, compositor y arreglista, se le han sumado varios proyectos en común como RocketJuice o con The Good, The Bad and The Queen, pero ha sido en “The Source” en el que ha encontrado una manera de unir sus influencias de jazz (Art Blakey, Max Richter) con su inconfundible estilo. Porque el afrobeat no fue nunca propiedad única de Fela Kuti, Tony Allen nunca fue “el batería de…”, y “The Source” demuestra el porqué. El álbum no es sólo un manual técnico de virtuosismo, que también lo es, si no un trabajo plagado de música en mayúsculas. En el que los ritmos de Allen, toman del jazz pero también le advierten de que éste proviene de África, y de que en este continente, tiene aún que mostrar toda su inabarcable riqueza percutiva al mundo.

25. MSAFIRI ZAWOSE : «Uhamiaji« (Tanzania , 2017) – Soundway

Pocos LP´s nos llegan de Tanzania. Además del Taarab, es difícil reconocer un estilo propio del país de Nyerere, incluso el tan cacareado Bongo Flava no deja de ser un soukous modernizado. Pero si es cierto que Tanzania tiene una tradición musical muy profunda y desconocida. De la saga de la familia Zawose, formada por varias generaciones de músicos, su último eslabón es Msafiri Zawose que en 2017 lanzó su primer álbum para Soundway, “Uhamiaji” tras haber editado cuatro discos anteriormente a nivel local. “Uhamiaji” es básicamente una batidora de estilos en el que la tradición Gogo predomina. Electrónica, percusiones tradicionales, sampleados y una infinidad de instrumentos se las ingenian para construir un trabajo complejo y de enorme y apabullante riqueza sonora. Aunque en ocasiones resulte hermético respecto a la gran cantidad de estímulos sónicos que recibimos, “Uhamiaji” resulta un ejercicio musical de lo más gratificante.

26. MARYAM SALEH, MAURICE LOUCA, TAMER ABU GHAZALEH : «Lakefh» (Egipto, 2017) – Mostakell

“Lakefh” es un proyecto creado por tres puntas de lanza de la música contemporánea egipcia: Maryam Saleh, Maurice Louca y Tamer Abu Ghazaleh. Este colectivo formado por artistas con prestigiosas carreras a sus espaldas, proponen una invitación a dejarse llevar por los sentidos. Música pop egipcia unida a un trabajo de texturas digitales exquisito en el que el shaabi, la música electrónica y los instrumentos tradicionales forman un enrevesado laberinto. “Lakefh” es un disco intrigante, misterioso y algo oscuro, plagado de grandes momentos íntimos, festivos, blueseros y psicodélicos que nos empujan a un delirio formado por capas y capas superpuestas de pistas casi alucinógenas. Un salto al vacío sin red hacia la experimentación cuya voltereta nos deja pasmados.

27. TOTO, BONA, LOKUA : «Bondeko» (Camerún, RD Congo, Martinica, 2018) – No Format!

Es raro que los supergrupos funcionen, hay pocos ejemplos que sean realmente notorios. Choques de egos, dificultad de crear dinámicas de composición o simplemente no estar a la altura del imaginario colectivo, suponen siempre un gran riesgo para los nombres que integran estas iniciativas. Pero hay excepciones. Tras un poco atinado debut, el trío formado por Gerarld Toto, Richard Bona y Lokua Kanza pone toda la carne en el asador y entrega un trabajo exquisito a paladear en cada uno de sus segundos. Un disco luminoso y brillante plagado de melodías y ritmos etéreos, suaves y juguetones que nos invitan a desconectar y disfrutar de la vida.

28. KASSÉ MADY DIABATÉ : «Kiriké» (Malí, 2014) – No Format!

Kassé Mady Diabaté falleció en 2018 dejando tras de sí un legado difícil de superar. Tras una carrera plagada de éxitos del griot apodado “La voz de oro de Malí”, en los que la música tradicional mandinga, la afrocubana e incluso la electrónica fueron interpretadas de manera soberbia por su prodigiosa garganta, su involuntario canto de cisne se llamó “Kiriké”. Estábamos acostumbrados a escuchar a Kassé Mady al frente de big bands, liderándolas con su característica voz, por lo que “Kirike” resultó una sorpresa. Un disco delicado, suave, casi íntimo, en el que una austera, aunque excelente instrumentación de la kora de Ballaké Sissoko, el ngoni de Makan Tounkara y el balafón de Lansiné Kouyaté se suma el cello de Vincent Segal, construyendo una atmósfera mansa en la que Kasse Mady destaca con una voz más mesurada y susurrante que de costumbre. Un fabuloso último capítulo en una carrera artística impecable que ha inmortalizado a un extraordinario griot.

29. ALINE FRAZAO : «Dentro da Chuva» (Angola, 2018) Jazzhaus Records

Es difícil no caer en los encantos de Aline Frazao. Su susurrante y delicada música es tan aparentemente sencilla y suave que puede parecer superflua. Nada más lejos. El quinto trabajo de Aline Frazao, centra todos sus logros anteriores y los condensa en once excelentes canciones en las que su voz y su guitarra son más que suficientes para atraparnos en su hechizo a base de excelentes composiciones de corte íntimo. La excelente “Peit ta segura”, “Sumaúma” “Um corpo sobre a mapa”, “Chamado por Morfeu” o “Kapiapia”, son buenas muestras de las gemas pop que incluye “Dentro da Chuva”, un álbum que sonará igual de bien dentro de veinte años.

30. GUISS GUISS BOU BESS : «Set Sela» (Senegal, 2019) Helico Music

Este primer álbum de la banda franco-senegalesa viene precedido de un éxito poco usual, que los ha llevado a pisar algunos de los escenarios más prestigiosos en Europa y África antes siquiera de tener un trabajo en el mercado. Traducido por “Nueva Visión”, GGBB surgió del encuentro en Dakar de dos músicos que, a pesar de su juventud, acumulan una larga y reconocida trayectoria. Mara Seck y Stéphane Constatini han conseguido fusionar de manera orgánica los sonidos más tradicionales del sabar con la electrónica y el dub en todas sus declinaciones. El resultado ha sido un nuevo género a partir de una verdadera simbiosis de dos universos musicales que, en principio, nada tienen que ver, pero cuyo origen común queda al descubierto en este “Set Sela”.

1 Comentario

  • sergio rigazio
    sergio rigazio

    Javier, muy buena tu selección, algunos conocía pero te agradezco dejar de desconocer otros, El disco Dor de Mar de Tcheka es una maravilla; le decía a un amigo que vive en Recife que Tcheka por momentos suena como Pino Daniele, a veces como Lenine, pero
    suena muy pernambucano y ahí es donde el batuque
    africano «prendió» fuerte; un abrazo desde Argentina

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